Summer Spree: "No quiero confirmarme un día como artista maduro interpretando mi repertorio con una orquesta sinfónica"

'Nuevos Pasos de Baile' es el segundo disco largo del proyecto de Álvaro Tarik.

Summer Spree. Días de disco y rosas. Foto: Manu Blanco.

Agitando un cóctel que combina las gotas de azahar del pop oriental, el campari que destila la brisa mediterránea y cubitos de hielo que se evaporan al ritmo del vaporwave, Álvaro Tarik ha dado con un brebaje singular gracias a su proyecto Summer Spree. Ahora sirve la penúltima copa con el bien fresco 'Nuevos Pasos de Baile' (Club Lento, 2020), un disco que ha persistido frente al implacable envite de la Pandemia y que, tras varios meses desde su publicación (en pleno auge del maldito Covid-19), sigue siendo uno de los trabajos más destacados de lo que llevamos de este año tan sospechosamente amigo de las distopias. Canciones que revitalizan el pop de otras épocas pero que, a su vez, se mantienen fieramente contemporáneas gracias a una osamenta pop (armada en su totalidad desde la habitación de su autor) a la que le sientan la mar de bien los trajes más distinguidos.

El europop de cámara que facturas desde el inicio del proyecto Summer Spree (desde el EP ‘Parque Figueroa’) se ha convertido en uno de los géneros por excelencia dado los tiempos de distanciamiento y confinamiento que corren. ¿Eres una suerte de artista visionario?

Por supuesto. 

Portada de 'Nuevos Pasos de Baile'

Fuera de bromas. ¿No echas de menos tocar con banda? ¿El fragor de la carretera?

La verdad es que no mucho. Echo de menos las risas y conocer a gente por ahí, pero tocar con banda es un lío tremendo. Tantas horas de furgoneta me han dejado problemas de espalda bastante jodidos.

Y los ensayos, cuando empiezas son como un juguete nuevo, los quieres todos los días, pero con el tiempo te van dando perezón. 

Lo que en ‘Sub Lumine’ parecían  fotografías difuminadas en ‘Nuevos pasos de baile’ se asemejan a epístolas autobiográficas. ¿Una suerte de ajuste de cuentas con las danzas del pasado?

A mí me gusta soñar e imaginar, normalmente no escribo sobre mi vida, sino que invento historias. Quiero decir, al final, inevitablemente, algo de mí quedará en las canciones, pero no suelo contar episodios concretos de mi vida.

¿El mundo sigue yendo demasiado deprisa? Con Summer Spree pareces haber encontrado el motivo perfecto para poder publicar con regularidad y consistencia.

Sí, me cunde más trabajar por cuenta propia. Antes quizás se iban alternando los períodos de entusiasmo con los de hastío: sacabas un disco, pasabas un año metido en una furgoneta recorriendo ciudades de España y, aún así, tenías que combinarlo con otro trabajo para sobrevivir. Al final, acabas agotado, y que hablen de ti en Rockdelux o salir en Los conciertos de Radio 3 no te solucionan la vida  si no le ves la pasta. A mí, los períodos de "qué mierda, todo" me duran mucho. Cuando echaba cuentas, habían podido pasar cinco o seis años. Pero durante ese tiempo no estaba de brazos cruzados, seguía escribiendo y grabando en casa. Ahora soy más constante porque no espero absolutamente nada de la música, salvo la satisfacción de terminar una obra, así que no me dan bajones.

En ocasiones da la impresión que has querido traducir acordes y melodías del rock y el pop de guitarras de toda la vida al lenguaje del sintetizador. El comienzo de ‘Les Poètes Numérisés’ es puro ‘Harvest Moon’…

En realidad, esa canción parte de un riff de guitarra de un tema que escribí con mi primera banda, Los Yacentes. Era un tema muy oscuro que, con el tiempo, vuelve a sonar actual. A veces me ocurre eso, tengo ideas que el tiempo acaba sepultando, pero que si desentierras puedes revivir después de muchos años en estado latente. Y me encanta el reto de transcribir música de guitarras a sintetizadores, lo hago con canciones mías y también con versiones, como 'Chica normal', la versión de 'Ordinary Girl', de Thomas Group.

En ‘Nuevos Pasos de Baile’ destaca la riqueza cromática de las canciones. Más allá de pensar que la electrónica es un compartimento estanco, consigues ofrecer variedad (hay downtempo, vaporwave, europop, soft-pop y hasta glorioso italo-disco …) y culminar un disco de pop con toda su disfrutable entidad. ¿Era éste tu mayor reto?

Sí, aparte de la coña que nos hemos marcado al principio con lo de "artista visionario", nunca pretendo ser original, yo hago canciones y no intento sublimar mi arte de ninguna manera. Creo que, a veces, los artistas de música popular, especialmente los mayores, caemos en la autoexaltación de nuestro arte como si fuéramos Mozart, cuando, en realidad, somos solo friquis con escasa formación musical que hemos oído muchos discos (algunos ni eso) y sentido el arrebato de lanzarnos al escenario manejando tres o cuatro acordes. Mi concepto de madurez es ir hacia atrás, quitar paja y sacudirme la tentación de presentar mi obra con grandilocuencia, porque, cuando hablamos de música popular, esa pomposidad me parece un chiste. Yo escribo canciones pop, y tengo claro que no quiero confirmarme un día como artista maduro interpretando mi repertorio con una orquesta sinfónica. El pop —y el rock— es rebeldía y candor adolescentes, algo que no hay que perder nunca. También es anuncios de televisión, dibujos animados, descaro, guasa y mala leche. Incluso sentimiento de frustración, soledad y depresión juveniles. Tiene que surgir del subsuelo, aunque al final se remate con una superproducción. Si perdemos eso, adiós. 

‘Noche de amor’ es uno de los puntos álgidos del disco. El original de Los Módulos aúna esa sublimación casi litúrgica con la lisergia del rock progresivo. Tú le das una vuelta de tuerca, virando hacia la balada pop pero manteniendo ese aire místico del original. ¿A los clásicos hay que dirigirse con genuflexión y dejar de lado la irreverencia?

Exacto, Borja. Si haces una versión, cuidado, no la destroces, a menos que odies la original. A veces añado una séptima por aquí, un relativo menor por allá o adapto algo la melodía a mi forma de cantar, pero siempre pensando que al autor de la original le gustaría oírla como la estoy interpretando. 'Noche de amor' es una canción que oí de niño en la radio y me hechizó. No se borró de mi cabeza hasta que, de adolescente, la volví a oír en Radio 3 una noche, y fue entonces cuando me enteré que era de Módulos. Desde que la oí de niño por primera vez, supe que un día la cantaría yo, pero no me he atrevido hasta ahora. Le he dado, a mi manera, el aire evocador con que yo la entiendo. Esa canción es para mí como un sueño.

Álvaro Tarik es Summer Spree. He´s on the phone.

Esa mística reluce en el primer corte del disco, ‘No dejes que el destino te arrastre’. No sé si conoces la serie de ciencia ficción DEVS, que - siendo sucintos - va sobre cierta imposibilidad de aferrarse al libre albedrío. ¿Se trata de una canción hecha de retazos filosóficos?

Sí, he visto los seis primeros episodios y estoy bastante enganchado, soy muy fan del cine y la literatura de ciencia ficción. Desde luego, el tema expone esa tensión entre el determinismo y el libre albedrío, todo presentado con un recurso clásico de fondo: el amor. En realidad, varias historias de amor junto con el drama por la pérdida de seres amados. En cuanto a 'No dejes que el destino te arrastre', partí de unas notas que tenía escritas, en las que reflexionaba sobre la mierda de sociedad que hemos hecho de Occidente, con un liberalismo implantado como modelo y que nos empuja a vernos como elementos individuales que competimos unos con otros, cuando, en realidad, las sociedades son macroorganismos, somos células de un mismo cuerpo dependientes unas de otras y trabajando por un objetivo común. En verdad, decir que el liberalismo es un cáncer me parece una metáfora perfecta. Entre el neoliberalismo y el hedonismo de la generación a la que pertenezco, hemos dejado a nuestros hijos una birria de mundo. Nos hacemos mayores para darnos cuenta de que hemos trabajado como esclavos para engordar a un puñado de prebostes que nos hacen creer que pidiendo préstamos con el fin de poder irnos de vacaciones o cambiar de coche vamos a ser felices, y que tener un trabajo, por cutre que sea, ya es un privilegio. Pero no es así, lo que nos hace felices, en realidad, es sentir que estamos haciendo algo por los demás, por la comunidad, y no volviéndonos egoístas, codiciosos y guarros —ante el problema de la polución y la contaminación se puede admitir que mereceremos la extinción como especie—. Eso y educar adecuadamente a los pequeños, cosa que, en términos generales, no estamos haciendo. Si hay algo que verdaderamente debería estar alejado de la injerencia ideológica de los gobiernos y el control de los padres, eso es el sistema educativo, sus planes, programas y contenidos, pero, egoístamente, queremos que nuestros hijos piensen toda la vida igual que nosotros, y a los gobiernos tampoco les interesa que los jóvenes piensen demasiado, porque entonces aquí se liaría la de San Quintín. Hay que educar a los jóvenes para que desarrollen el pensamiento crítico y permitir que usen su energía para cambiar el mundo, pero desconfiamos de ellos, estamos como antes de los años 60. En las aulas, la filosofía es tan importante como las matemáticas.

‘Carmen’ también es uno de los cortes destacables. Tu amigo Charlie Mysterio ya tituló una canción de la misma manera con Los Caramelos (adaptando una canción de The Go-Betweens). Hay alguna razón por las que las canciones con nombre de mujer (más allá de legitimas reivindicaciones) guardan una fuerza interior inusitada ¿No crees?

Bueno, al ponerle nombre al personaje ya estás creando una representación muy poderosa ante el escuchante, pero ahí cada cual se imaginará a su propia Carmen. La música quería que sonara como olas en la playa, por eso le di ese aire chillwave, oscilante. Me imaginaba uno de esos atardeceres naranja en la costa. Por cierto, ese disco de Los Caramelos que mencionas es una maravilla. Hacen falta más artistas como Charlie en España: cultos, refinados, sensibles y cáusticos. Él nunca ha perdido la esencia del pop.

Llama la atención lo de titular canciones en idiomas extranjeros (‘Sonder’, ‘Les Poètes Numérisés’) pero cantadas en castellano. ¿Una forma de componer un tracklist con algún signo de distinción?

'Sonder' es, en realidad, una palabra inventada, pero no por mí, sino por una gente que tiene un blog muy curioso que se llama The Dictionary of Obscure Sorrows. En él se incluyen palabras inventadas para definir conceptos que, hasta ahora, no tenían nombre. Hablando un día con un amigo, intenté explicar el significado de 'sonder' según lo recordaba yo y me lie bastante, así que me impuse el reto de explicarlo en una canción, más que nada por acompañar un concepto abstracto con música y darle la atmósfera oscura y melancólica que yo imaginaba. Y el nombre de ‘Les Poètes Numérisés’ se me ocurrió hace unos años para un show de música y vídeo que presenté en Cosmopoética, el festival de poesía de Córdoba en el que he tenido el honor de participar en un par de ediciones. Últimamente me tiran más los títulos en francés, aunque mi francés es deplorable.

Acabas de publicar el single ‘Cherry Fizz 櫻桃菲茲’ dónde deconstruyes a A-Ha y homenajeas a Brooke Shields. ¿El contexto histórico y político actual es tan extraño que vale la pena echar un vistazo al pasado a todo color de los años 80 (sin internet y el estrés informativo, los fascismos con naftalina o el racismo exacerbado) para poder respirar?

Recordar —o reinterpretar— otros tiempos está bien, pero no creo que sea adecuado refugiarse en ellos, por mal que esté el presente, que está de pena. Yo no soy nostálgico, a veces puedo disfrutar recordando otros tiempos, pero no porque crea que fueran mejores, sino porque las sensaciones que despiertan son como una droga que te hace cosquillas en el estómago. Me regurgitan sensaciones, incluso olores, por eso me gusta pasar éxitos de los 80 por la batidora vaporwave, como hice con 'Primer Amor - Register/Login', que son samples de 'Quiéreme tal como soy', el éxito de Sergio Fachelli, o con ‘Cherry Fizz 櫻桃菲茲’, a base de retales de 'Take On Me' de A-ha. No lo hago por el hecho de recordar los temas —nunca me interesaron particularmente A-ha ni 'Take On Me'—, sino para recrear esa sensación de flashback, de recuerdo borroso, como esos insertos en las películas. Analepsis, creo que lo llaman. Y, no sé, probablemente también hay algo de sarcasmo en todo esto. Como el chiste aquel:

—Qué guay, ese póster de Europe que tienes enmarcado en la pared.

—Son mi madre y mis tías el día de mi comunión.

—Qué jodidos, los ochenta.