Sokolov: "La cobardía se vende a precio de saldo en la actualidad"

Atonal. Web de música
La merienda de Mireia Pérez y Assad Kassab en Sokolov.

Una década ha pasado ya desde la publicación del disco de debut de Sokolov, 'La merienda campestre' (2009), un tiempo en el que la banda valenciana, que pivota alrededor de la personalidad intransferible de Assad Kassab y Mireia Pérez, ha dedicado a perfilar una obra irreverente, surrealista y ciertamente inclasificable influenciada, en gran medida, por las actividades paralelas de ambos en ámbitos artísticos como el arte dramático o el diseño. Un disco de debut plagado de referencias pictóricas (especialmente acerca del alegato a favor de la libertad intelectual del artista que proponía Manet en su 'Almuerzo sobre la hierba' y sus circunstancias) y sostenido por un sonido rugoso y desafiante que bebía de mil fuentes distintas para cercar con orgullo underground la más fértil singularidad.

Supongo que diez años dan para muchos cambios y vicisitudes, y más en estos tiempos en que los que todo sucede a la velocidad de la luz y apenas tenemos filtros para digerir las cosas a nivel cultural. ¿Qué queda de los Sokolov de ‘La Merienda campestre’?

Quedamos nosotros dos y el amor. Desde ahí se cocinó ‘La Merienda campestre’ pero a fuego rápido y con cantidad justa de caldo. Ahora la base del caldo es la misma pero con diez veces más de sustancia y cocido a fuego lento.

Sokolov durante el rodaje del clip de ‘La Chacha’. Foto: Vicente Bonillo.

Nunca habéis tenido reparos de echar mano del surrealismo costumbrista para componer (y titular) vuestras canciones. ¿Es vuestra seña de identidad? ¿Una manera de observar las cosas desde un prisma particular?

Es nuestra seña de identidad porque nos divertimos así, miramos desde ese balcón, el del surrealismo costumbrista, partimos de lo cotidiano y vulgar y jugamos a deformarlo sin límite.

También tenéis ese punto entre punk y desafiante que se aleja muchas veces de lo políticamente correcto. ¿Echándole sal a la tarta?

Lo políticamente correcto no nos gusta. Nos aburre. Nos deprime. Nos parece inadecuado, dadas las circunstancias humanas que nos rodean. Nos chifla el regaliz salado.

Portada de ‘La Merienda Campeste’.

La portada de la ‘Merienda campestre’ es todo un dechado de contrastes (dulzura versus descomposición) y paciencia compositiva. Contadnos un poco el proceso de creación de la misma.

Queríamos hacer particular guiño al cuadro de Manet 'Le déjeuner sur l'herbe' y para ello fuimos a Lambert, una pastelería francesa donde preparan unos pasteles exquisitos y caros. Elegimos la tarta de la portada. Después nos desplazamos a Serra (Valencia), a la montaña, donde las hormigas lo devoran todo con rapidez e improvisamos un estudio fotográfico con una cartulina blanca. Con paciencia y emoción esperamos a las protagonistas del banquete que no tardaron en llegar.

¿Cómo surgió la banda y la idea de grabar este disco ? Supongo que de la aleación entre el arte pictórico (Assad) y el arte dramático (Mireia) sólo podía surgir algo musical, ¿no?

La música siempre nos ha atraído como un medio más para expresarnos y como pasábamos mucho tiempo juntos surgió de forma natural, entre largos momentos de ocio que, en ocasiones, compartimos con amigos.

En hits como ‘La Chacha’ o ‘Kakakin Kokón’ flotáis cerca del delirio. ¿Es ese encuentro entre mala baba (no exenta de humor) y el desafío dónde mejor se encuentra vuestra música?

Exactamente ahí.

También retorcéis conceptos artísticos y los convertís en canciones. Aún así os alejáis de la pedantería y es un recurso que os define con gracia. ¿Es algo que sale naturalmente?

Absolutamente. Nos tenemos el uno al otro y eso nos salva, o eso creemos, del pecado mortal de la pedantería. Cuando uno no ve el precipicio, siempre está el otro para advertir el peligro y viceversa.

Vuestra posición frente a la industria siempre ha sido muy particular e incluso de ahí habéis obtenido material para algunas de vuestras canciones. Pienso en ‘Escenario principal’ (de vuestro último disco ‘Señoras que fuman’ o el ‘Salón de los rechazados’ (que nada tiene que ver con el Hall of fame). ¿Resulta tan difícil hacerse hueco en determinados sitios a pesar de tener una propuesta tan particular como la vuestra?

Resulta especialmente complicado precisamente porque nuestra propuesta es particular. Inclasificables, nos llaman... Eso en los ochenta hubiera sido la hostia para nuestro paso por la música. Ahora asusta, se cagan de miedo. La cobardía se vende a precio de saldo en la actualidad.

Aún así no persistís en el intento y la ilusión del primer día parece intacta. ¿La música es el alimento del alma? ¿La merienda del outsider?

Sin duda. Sendas cosas. También las artes escénicas y la pintura. Si nos lo permites, "La merienda del outsider” nos lo vamos a quedar como posible título de algún tema venidero.

En vuestro set de aniversario la opción es rehacer las canciones de ‘La merienda campestre’ con otros mimbres. ¿Podéis adelantar por dónde irán los tiros?

Hemos cambiado estructuras, tempos, patrones, rítmicos e instrumentación, y apostado por la densidad sonora.