Portentoso autor de un country-folk intimista perfilado con irresistibles ecos de música antigua, Rey Villalobos aparca para siempre el alias House of Wolves, proyecto con el que tantas alegrías ha dado al oyente (muy) atento en tres obras mayores cómo «Fold in the Wind» (2011) «Daugther of the Sea» (2015), o «House of Wolves» (2016). Se trata de una decisión debida a cuestiones puramente logísticas, ya que ese nombre es utilizado por un gran número de empresas, bandas o proyectos a lo largo y ancho de un lugar ya de por sí tan excesivamente masificado cómo es la red de redes y hacerse un hueco con el que llamar la atención resultaba casi misión suicida.

Para refrendar el viraje onomástico, este californiano con ascendencia mexicana e italiana acaba de publicar «1997» (Threes They Move, 2019), un EP compuesto por cinco canciones grabadas en un cassette a modo de mixtape y con las que se desprende del melodrama de interiores que respiraban sus composiciones precedentes para probarse en diferentes estilos y tesituras. Aún así el talento compositivo persiste, ya sea en el folk sintetizado de la inicial « Amen I kissed you », que evoca a unos Durruti Column calibrando instrumentos bajo la lluvia, con la rabia contenida del single «Breathe », una suerte de blues moderno con ecos a una PJ Harvey que disfruta dándose un baño de lo-fi, o la emponzoñada «Donut girl», suerte de broma privada donde la suciedad implícita de la grabación coquetea con cierta sensualidad inédita en la obra anterior de su autor.
También hay lugar para el post-folk con órgano eclesiástico de «Mrs. Able», que en su desarrollo se acerca al pop de miniatura de The New Mendicants, o el final con la titular «1997», alevosa coda instrumental que subraya el carácter juguetón y experimental de esta colección de canciones. Un disco que sirve de aperitivo, aunque no sabemos si también como anticipo estilístico, del próximo trabajo que este esteta de la canción crepuscular publicará en 2020.