Placeres ocultos

El WOS Festival celebra una nueva edición con destacadas propuestas de música vanguardista y electrónica

Atonal. Web de música

Desde que el WOS izó las velas por primera vez, su crecimiento ha ido acorde a la pretensión de ofrecer una radiografía meticulosa de los movimientos más excitantes dentro de la cosmología electrónica y vanguardista del universo pop.

Empujados por esta inercia, si ya el año pasado supuso un sintomático salto de calidad en la propuesta, lo que nos espera en este es la confirmación total de estar ante el festival más interesante de entre todos los realizados en suelo peninsular. Las razones que llevan a dicha afirmación están marcadas por varias razones. Una de ellas, el cuidado a la hora de emplazar a los artistas que acuden a Santiago de Compostela, ya sea desde teatros, terrazas en lugares idílicos o en la Iglesia de la Universidad.

En este último lugar, tocará nada menos que Mary Lattimore, hechicera del harpa y sus posibilidades dentro de materia loop. Su actuación es uno de los platos fuertes dentro de una programación a la que también han sido invitadas nada menos que Gazelle Twin y Holly Herndon. Únicamente por la presencia de tan arrebatador binomio de exploradoras de la des/humanización de la electrónica estaría más que obligada la presencia en el WOS de este año. Lo bueno del caso es que, bajando los escalones, nos topamos con la cósmica ambient del hipnótico Loscil, o a Drew McDowall, una de las cabezas pensantes de Coil, que acude para llevar a escena un incunable del drone como «Time Machines».

Mary Lattimore.

La capacidad de atracción generada por este festival, ya galardonado como el mejor de condición indoor en Europa, sigue hasta propuestas tan heterodoxas como las ofrecidas por los fineses Amnesia Scanner o la sueca Kali Malone, ejecutora de una sinfonía de abstracción medieval altamente subyugante.

No queda suelo sin pisar dentro de este viaje entre los extremos que unen experimentación con electrónica. Uno de ellos es el correspondiente a cabezas pensantes de la escena berlinesa como Bill Kouligas y gigantes de estas tres últimas décadas como Plaid y Kode9.

Más allá de todo este arsenal de sugerencias, la presencia gallega de nigromantes de los códigos binarios estará certificada con hasta siete artistas de diferente perspectiva. Sin duda, otro punto a reseñar dentro de un cartel que, entre el 11 y el 15 de septiembre, convertirá Santiago de Compostela en la capital europea de la música electrónica.