"Haré el mejor disco del mundo... el mejor elepé que nadie haya grabado nunca", le aseguró convencido Brian Wilson a su entonces pareja Marilyn allá por 1966. El músico norteamericano se refería entonces a 'Pet sounds' de su grupo, los Beach Boys, el álbum que marcó una época y una forma diferente de entender la música popular contemporánea.

Infravalorado por Capitol, discográfica que lo editó y editaba los discos de la banda, que por aquel entonces esperaba un disco similar a lo que venía componiendo el grupo (canciones sobre chicas, surf, diversión, el mar y la playa), y un número de ventas que para Brian Wilson supuso un fracaso (alrededor de medio millón) 'Pet sounds' recibió, en cambio, el apoyo de la prensa especializada y de artistas como Paul McCartney y John Lennon, quienes reconocían escuchar constantemente el disco para descubrir cada detalle, y de su productor George Martin, quien comparó al músico norteamericano con Beethoven y Mozart pero consideró que éste "es capaz de usar una paleta mucho más colorista. Ellos pensaban en términos de música, pero Brian llegó al color de los sonidos". El cuarteto inglés publicó precisamente cuatro meses después su disco 'Revolver', en el que empezaba a jugar con la experimentación.
Para llevar a cabo su obra maestra, el líder de los Beach Boys decidió contratar a más de una docena de músicos profesionales y prescindir en la parte instrumental de sus compañeros de banda, cuya función se limitó prácticamente a grabar las voces de los temas. La decisión de Brian enfadó a estos, y uno de ellos, Mike Love, le calificó de "ególatra". Aunque, precisamente, una de las consideradas mejores canciones de la música pop de todos los tiempos, 'God only knows', fue cantada por el hermano de Brian, Carl.



Pero no todo quedaría ahí. Brian decidió también contar para la elaboración de las letras de las canciones con la colaboración del compositor de jingles publicitarios Tony Asher, un joven de 27 años gran admirador de los Beach Boys. No dudó en aceptar la propuesta, sorprendido de que Brian prescindiera de Mike Love como letrista. "Era un sueño hecho realidad", reconocía. Pero el panorama que se encontró Asher es digno de recordar. Tuvo la oportunidad de conocer de cerca al verdadero Brian Wilson, un genioaficionado a comer golosinas y chocolatinas que se entretenía con cualquier cosa en vez de ponerse a trabajar y elaborar la que, según él, iba a ser el mejor elepé jamás compuesto. "Solamente me sentía cómodo con Brian cuando se sentaba al piano y trabajábamos. El resto del tiempo lo pasaba fatal", revela. "El trabajo con Brian fue "muy espontáneo" y siempre basado en la emoción y el sentimiento", recuerda. No obstante, la implicación de Asher quedó reflejada en los créditos del disco como coautor de 9 de los 13 temas y mucho menos aún en el reparto de dividendos en cuanto a derechos de autor, quedándose con la cuarta parte del 0,1% destinado a los autores. "Debes entender, Tony, que toda la música del disco es mía", justificó Brian.
Dios estuvo presente
Esa emoción y ese sentimiento permanecen reflejados en temas como 'God only knows', 'Wouldn't be a nice' 'Sloop John B', 'Caroline no' o 'Don't talk (put your head on my shoulder)', canciones que hablan del transcurso hacia la madurez en un contexto melancólico pero rico musicalmente en matices. No en vano, Brian Wilson hacía repetir hasta la saciedad cualquier grabación de un instrumento con tal de que se sonara como él había imaginado. El percusionista Frank Capp fue protagonista de una de esas situaciones en la que artista norteamericano buscaba la perfección. "Quiero que tu sonajero sea una joya colgado del brazo de una chica", le espetó Brian durante una sesión de grabación. Y vaya



que si la encontró. La grabación salió perfecta, cuentan quienes estuvieron allí presentes. Los músicos que participaron en la grabación recuerdan con emotividad aquellas sesiones.
La producción de 'Pet sounds' causó tanta admiración por aquel entonces que diversos artistas optaron sin éxito emplear el mismo estudio de grabación donde se gestó el disco con la esperanza de lograr el mismo sonido.
La implicación de Brian Wilson en la consecución de 'Pet sounds' fue tal que incluso acudía a la divinidad de Dios para llevar a cabo su hazaña: el grupo rezaba antes de grabar. En este sentido, aseguró 30 años después de la edición del disco que "Cuando estaba trabajando en 'Pet sounds' soñé que un halo rodeaba mi cabeza, aunque la gen
e no podía percibirlo. Ahora que lo pienso, tenía ese halo. Dios estuvo con nosotros durante todo el tiempo al hacer este disco. Dios estaba conmigo. Podía hacer, podía sentir esa sensación".
Este año, concretamente en mayo, es el 50 aniversario y para celebrarlo Brian Wilson gira con su banda de acompañamiento por todo el mundo para interpretar las canciones de 'Pet sounds' y con Al Jardine y Blondie Chaplin, ex componentes de los Beach Boys, como invitados además de la edición de una caja especial con material inédito. El reconocimiento a su legado y su consideración como mito tardó en llegar más de lo merecido, pero al final se hizo justicia. Y a pesar del transcurso del tiempo, seguro que lo que ha preparado el genio norteamericano es algo mágico. Que Dios lo vea.
*Información extraída del libro 'Bendita locura. La tormentosa epopeya de Brian Wilson y los Beach Boys'.