El catálogo de la editorial Brumaria acoge el volumen 'Niño de Elche. El golpe que necesitábamos', un trabajo de prospección en la obra del cantaor ilicitano, supervisado por el historiador Pedro José Mariblanca y que incluye entrevistas con el propio músico y textos de gente relacionada desde diferentes ángulos con su obra cómo Ricard Robles, Raül Refree o Daniel Valtueña, entre otros. Un libro - incluido dentro de la colección 'La cabeza de la meseta', dedicada al pensamiento contemporáneo - que pretende ahondar en uno de los exponentes más atrevidos a la par que polémicos de nuestra escena artística actual, intentando conectar la estética del autor de 'Antología del cante flamenco heterodoxo' con el pensamiento crítico.
Francisco Contreras, más conocido como Niño de Elche, es una de las figuras que despierta más contradicciones dentro del panorama musical estatal de un tiempo a esta parte. ¿Ese perfil tan poliédrico es el más goloso para escribir un libro?
No es tanto en la contradicción como en la multiplicidad de posibles que Niño de Elche genera con su pensar - hacer donde se encuentra la razón de ser de este libro. Sus reflexiones socio-político-culturales, su experimentación con todas las músicas con las que ha trabajado – y que, podemos discernir, trabajará, sus labores de investigación historiográfica, sus actuaciones… Ahí es donde podemos rastrear el para qué de un libro sobre Niño de Elche.
¿Cómo surgió la idea de escribirlo? ¿Mantenías algún tipo de relación previa con Francisco?
Llevo ya bastante tiempo siguiendo su obra y quería plasmar por escrito mis reflexiones sobre ella, su relación con los mundos en los que me muevo y todo cuanto he compartido con muchísima gente en torno a la misma. Y desde que el equipo de Brumaria vio su actuación junto a Los Voluble en el Sónar 2015 y se quedó prendado – y muy pendiente – del trabajo de Niño de Elche, y a raíz de nuestras conversaciones acerca del devenir político, cultural y musical de Paco y de que nuestra editorial tiene una colección, Cabeza de la Meseta, en la que cada libro es un trabajo en torno la obra de grandes artistas, como Jonas Mekas, Caravaggio, Badiou o Bruce Nauman entre otros, pensamos que un trabajo sobre Niño de Elche sería un gran puntazo.
Sin conocerle en persona, escribí a Paco por el facefabok (sic) contándole de mis intenciones y le pareció una buena idea. Así que me puse a revisar notas y apuntes y a escribir, y aquí estamos.
'Niño de Elche. El golpe que necesitábamos' se nutre de un trabajo polifónico. Desde lo que tu has escrito en él hasta la aparición de multiples voces: el propio Francisco, Ricard Robles, Pedro Jiménez, Raül Refree, Celia Macías, Raúl Cantizano, Daniel Valtueña y Darío Corbeira… ¿Para intentar comprender una figura del peso específico del músico ilicitano es necesario convocar a diferentes puntos de vista?
Sí, para tratar de entender una figura tan poderosa como Niño de Elche, cuantas más voces, creo, mejor. Hemos sabido de él a través de sus trabajos, numerosas entrevistas y conversaciones públicas, hemos conocido lo que opinan sus más ruidosos detractores, ya hay un libro suyo en el que podemos indagar sobremanera en su camino hasta aquí… Pero por mucho que escribiese sobre él, siempre se quedarían numerosas cuestiones y cosmovisiones para desgranar lo que su trabajo significa. Por eso, y dado que en su momento hablamos de que sería muy interesante que otras personas participasen del libro y que él mismo propuso una serie de personas cercanas para ello, 'Niño de Elche. El golpe que necesitábamos' cuenta con estas plumas.
Por ejemplo, no hay nadie mejor que Daniel Valtueña, que también trabaja sobre Niño de Elche y lo popular para hablar sobre la relación de Paco con las teorías queer, como igualmente resulta más que interesante que personas bastante puestas, y experimentadas, en música como Ricard Robles, Darío Corbeira, Raül Refree, Pedro Jiménez o Raúl Cantizano se manifiesten sobre él, sin obviar tampoco las conversaciones con Celia Macías sobre el por qué de algunas de las fotografías al interior del libro. Y la lista podría haber sido mayor.
En el libro, la tesis principal parece ser la de relacionar el concepto estético y artístico del músico con el pensamiento crítico y la filosofía. ¿No tiene un punto de romántico todo esto dado los tiempos tan decididamente frívolos que corren?
Para nada. Tristemente, viendo el percal artístico del presente, por supuesto, en términos generales (pues hay propuestas muy guapas por ahí), sí podríamos considerarlo así. Pero se supone que helarte (sic) está para desbordar todo tipo de formas y creo que eso es lo que debemos buscar constantemente, tanto con la música como con la filosofía y todo aquello que tenga relación con el pensamiento. Porque lo fácil es quedarse con lo que hay y no preocuparse por nada más que resistir en este mundo tan capullo, y tan bello a la vez, no lo olvidemos. Pero hay que seguir dando guerra y luchando para que esa frivolidad no termine por convertirse en la norma, aunque parezca imposible parar la deriva en la que nos hallamos. Como dijo un día Kiko Veneno, estamos con los perdedores, y aunque no vayamos a conseguir nada y parezca que lo que queremos es encerrarnos en el pasado porque todo pasado fue mejor, no es precisamente el llanto por lo que fue lo que nos motiva, sino aquello que puede ser con lo que ya está siendo.
Niño de Elche cita a Escohotado para sintetizar su actitud en la música contemporánea: "El antídoto contra el miedo es la búsqueda de libertad". ¿Por qué crees que esa búsqueda va unida por inercia a la polémica?
Quien se mueve no sale en la foto, e intentar salir de las zonas de confort siempre ha sido una problemática para aquellas personas que decidieron renunciar a la magia de la exploración, dolorosa y poderosa por igual. Si todo el mundo tiene unos zapatos rojos y tú los llevas azules, te van a tachar de todo, no sólo por envidia, sino también por la incertidumbre y la molestia que causa que haya alguien que piensa y hace las cosas de forma diferente a cómo las afronta el resto. Ya sabes, en la sociedad del espectáculo, como te salgas del rebaño, malo María, y lo digo no sólo por las masas, sino también por toda esa gente anclada en el sinfín de tribus dogmatizadas por éste o aquel gerifalte, y si no, que se lo pregunten a Rosalía.
Si algo concreto se puede decir de Francisco es su carácter librepensador y su irreverencia. Tras conocer mejor su figura ahondando para preparar el material que construye este libro, ¿te sientes capaz de definir cuál es su perfil ideológico?
No, la verdad es que no me siento capaz. Ni soy quién para ello. Además, una de las máximas del libro es que la figura de Niño de Elche es una mágica incógnita, e intentar definirla me parece una espinosa imprudencia, sobre todo por respeto. Me molan mucho sus ideas libertarias, sus reflexiones sobre el comunismo, su liberal apertura de miras, su respeto hacia aquello que no conoce, su permanente búsqueda… No sabemos hacia dónde va, pero lo que importa es que va, y no parece que vaya muy mal.
De sus propias palabras se deduce que una de las principales misiones del último Niño de Elche era la de desligarse de las ataduras de su propia educación cultural. ¿Es rebeldía? ¿Irreverencia? ¿Una mezcla de ambas cosas?
Ya lo he dejado caer antes, pero no me cansaré de decirlo: hay que explorar constantemente, hay que rebelarse contra el estatismo, tenemos que romper todas las ataduras que nos han venido impuestas y nos imponemos. Y eso, creo, es algo que Niño de Elche está haciendo a la perfección, por mucho que le duela a quienes le odian por rastrear la libertad. ¿Es una irreverencia? Si entendemos la irreverencia como un desacato a las autoridades y no como una grosería, pues sí, lo que hace Paco es irreverente.
Ese afán por darle la vuelta a la tradición ha encontrado no pocos enemigos, desde las trincheras más conservadoras y hasta de posiciones más liberales. ¿Es un artista incomprendido? ¿O esa estela inasible le favorece hasta extremos insospechados?
Es curioso cómo le han dado palos por todos lados, pero lo mejor de esto es que mucha gente se ha quitado la máscara. Que quienes dicen ser defensores del flamenco – siempre a favor de la ortodoxia– se metan con él es comprensible, siempre ha solido ser así y creo que Niño de Elche sabía que le pasaría, aunque quizás no con tanta inquina como la que le muestran, si bien es cierto que es bastante gracioso. Ahora bien, que la gente que va de guay no se pare a pensar en todo el trasfondo que Paco nos propone con sus trabajos me parece bastante triste, la verdad, y no es que defienda su obra porque me guste sentirme un moderno que se recrea con lo raro, lo complejo y lo extraño como si de un fetiche a adorar se tratara, pues, como ya he dicho, siento que en su música hay mucha chicha y que, como con todo, la exploración a través de ella es algo que tenemos que hacer constantemente. No sé si me he explicado (ríe), pero desde pequeño me han dicho que la música electrónica es sólo latones y pum pum pum, y yo siempre le he visto mucho más, y me ocurre lo mismo con Niño de Elche. Es que es ver de dónde bebe, todo cuanto bebe e intenta crear y desplegar y dices: pero ¿por qué esta rabia contra él?


El título del libro deja claro que Niño de Elche es una aparición fulgurante y quizás necesaria en la escena. ¿Pero no invita a pensar al lector que su interior puede guardar poco poso crítico sobre su figura?
Puede ser, pero precisamente porque considero que Niño de Elche es un golpe al que enfrentarse – para bien y para mal – musicalmente hablando. Que haya mucha crítica o no al interior del libro creo que no es muy importante, máxime cuando el hecho de pensar su obra a través del pensamiento crítico ya es un acto crítico en sí. Además, con todas las preguntas que aparecen en el libro, la ración de crítica creo que está más que servida, en el sentido de que ni mi osadía misma – la de escribir sobre él, digo – ha podido responder a la gran cantidad de dudas que Francisco Contreras pueda generar en cualquier persona.
¿Podríamos decir que Niño de Elche es el gran situacionista del momento?
Sí, muy poca gente está haciendo lo que él hace. Tanto si te gusta como si no, algo va a despertar en ti. Tiene presencia, juega con la voz y el sonido, interactúa con el espacio-tiempo en el que se mueve y no tira de simplismos a la hora de jugar sus cartas. Insisto, araña y duele, en el buen sentido de la palabra, por supuesto, como por ejemplo – aprovechando el símil anterior con la música electrónica – Óscar Mulero, muy criticado también por llevar una senda autónoma más allá de lo establecido por la industria de la noche pero fuerte, maravillo y rocoso en sus creaciones y sus selecciones musicales (enorme, Óscar) o la ya mencionada Rosalía, que, una vez más, ha vuelto a demostrar que sabe a la perfección qué está haciendo, como bien nos enseñó hace poco en los Premios Goya. O Santiago Sierra con el arte contemporáneo, entre otras cuantas personas más. Y ahí está, liándola en el Sónar, liándola en la Bienal, liándola en la radio, liándola en cada vez más países, no dejando a nadie indiferente cuando se sube a un escenario o saca un tema, con una gran caterva de colaboraciones, entre otras cosas. Dijo Guy Debord que "siempre hay lugares, situaciones, hechos, experiencias... por donde todo se escapa", que "la situación está hecha para ser vivida por sus constructores", y Niño de Elche materializa bastante bien estas afirmaciones. Así que sí, podríamos decir que es un gran situacionista del momento.