
El folk del espacio exterior de Astrud Steehouder y Nina Bosnic y su proyecto Paper Dollhouse regresa a los surcos, capturado y enfrascado en los 12 cortes que forman parte del reciente 'The Sky Looks Different Here' (MoonDome Records, 2018). Registrado a caballo entre los New River Studios en el norte de Londres (junto a Asher Levitas) y el estudio de Nina en Suffolk, la nueva obra de las autoras de 'Aeonflower' (Finders Keepers Records, 2015) es, en su primera parte, un excelente reflejo de la capacidad evocadora del ambient menos áspero, aquel que se deja acolchar por grabaciones de campo (el sonido de la lluvia, las pisadas en la hierba...), que, a priori, deberían abrir una ventana sonora al oyente para permitirle huir del ruido de lo cotidiano.
Aún así, no todo es campo y colmena. El latido urbano sigue muy presente, ya que las británicas han refinado el procedimiento con el que afrontaron composiciones anteriores y han encontrado el equilibrio perfecto entre el escapismo de ciertos pasajes y aquellos asideros que impiden que el sonido se convierta en un pastiche incoloro de difícil digestión. Pisan terrenos góticos, como en la ensombrecida letanía de 'Stand', con unos juegos vocales fantasmagóricos que alienan la procesión de una batería arrastrada o aturden con maquinaciones protoindustriales del calibre de 'Diane', en un ejercicio de hipnosis que haría palidecer al mismísimo Dave Elman.
Con el reverb a punto de implosionar en la enigmática 'Psyche' o el folk espectral de 'In the sun' (un paraje desolador que, en ocasiones, recuerda al de la mismísima Diamanda Galás), la sensación que prevalece es la de estar ante una obra que exprime al máximo las cualidades de la música electrónica que apunta al cerebro, incómoda pero altamente sugestiva y que nada tiene que ver con la que está producida bajo la tiranía del ritmo y de las pistas de baile. Encontrando un lugar propio y singular entre la magia a los controles de Delia Derbyshire y los terrenos devastados de 'Melmoth the wanderer'.