Con el aire de folk festivo que resuena en 'A banda', la canción que abre el disco de debut de Os amigos dos músicos - 'Os amigos dos músicos (Gran Derby/Gran Sol, 2016) - da comienzo un festín de músicas asentadas en la raíz, que pivotan entre la mejor tradición de la música popular gallega de los últimos 30-40 años y la presencia de detalles que engarzan con ciertas relecturas del rock asilvestrado norteamericano y una mirada limpia hacia la psicodelia, acompañada de sutiles notas de experimentación. Un trabajo que asienta una trayectoria cincelada a base de muchas tablas (y no poco tiempo) y que contaba, hasta la fecha, con varias canciones publicadas en formato pequeño. Desde aquella adaptación del poema de Ricardo Carvalho Calero, 'A Orquestra Filarmónica de Osaka', en 'Osaka' (2010), la primera canción que grabaron juntos, hasta el EP 'A banda' (Gran Derby / Gran Sol, 2016), antesala del LP que estaba por llegar. La banda, formada por Jaime Mateo, Arcadio Nóvoa, Raúl Diz, Daniel Alonso, Druso Pedrouzo y Álvaro A. Rivera, comenzó su andadura como grupo de acompañamiento de Boy Elliot (el proyecto personal de Daniel Alonso, ahora otro miembro más del grupo) y, a pesar de los dispares bagajes musicales de sus componentes (desde la música tradicional al pop, pasando por el indie rock), concretaron esa querencia común por la canción popular, en un acto que conjuga homenaje y reinvención y que da como resultado un LP, tramado por diez canciones distinguidas y relucientes, que en breve presentarán en directo. Hablamos de ello con Arcadio Nóvoa, guitarrista, bajista y cantante del grupo de Orense.
Los seis miembros de la banda sois amigos y músicos rodados en diversas aventuras musicales antes de dar forma a este proyecto. ¿Un cruce de caminos imposible de evitar?
Sí, la verdad es que somos amigos desde hace tiempo y se dieron las circunstancias propicias para que nos decidiésemos a formar un proyecto común y nuevo, en el que todos pudiésemos volcar nuestras ideas.

Vuestra trayectoria está marcada por la precisión y la aparente intención de evitar pasos en falso. ¿Al ser tantos miembros en la banda cuesta tanto tomar una decisión definitiva o el consenso es fácil y prima la prudencia?
Suele ser fácil llegar a decisiones consensuadas porque nos conocemos bien y sabemos lo que quiere y lo que espera cada uno de la banda. Solemos repartirnos el trabajo y dejar que cada uno haga lo que más le gusta y lo que más le apetece.
¿Como podemos interpretar eso de que "decidistéis tomar prestados las instrumentos para, por una vez, ser los que van a enredar”?.
Bueno, es una especie de broma. Como somos amigos de los músicos, pues se supone que les hemos pedido los instrumentos a nuestros amigos músicos y que hemos decidido empezar a ser nosotros mismos músicos.
¿El mayor placer de Os amigos dos Músicos surgió al empezar a trabajar con vuestra música y hacer crecer las canciones para ver hasta donde podían llegar?
Sí, ese es una de las cosas con las que más disfrutamos y una de aquellas en las que más creemos. Trabajar mucho sobre las canciones, hacerlas y rehacerlas varias veces para ver qué posibilidades tienen y encontrar así el arreglo que más nos guste. Muchas veces hay que complicar mucho las cosas para acabar descubriendo algo muy sencillo.
El hecho de cantar en gallego es una de la características más destacadas de vuestra propuesta, a bote pronto, pero las herramientas del folk y el rock, bien utilizadas tienden inevitablemente a la universalidad. ¿No?.
El gallego es el lugar desde el que hacemos las canciones y, como lengua, es un elemento que nos liga a una tradición y cultura particulares. Los elementos que tomamos de otras tradiciones, como pueden ser instrumentos como la guitarra eléctrica o ciertos patrones de la música norteamericana, hacen que nos acerquemos a otras particularidades distintas. La universalidad, si se encuentra en algún sitio, puede estar en algunos temas que se traten en las canciones o en la capacidad de la música para emocionar.
En gran parte, el sonido del álbum puede remitir al de bandas de rock americano que tomaban por las riendas al country y trataban de darle un presente (podemos hablar de Son Volt, Lambchop, Silver Jews…) ¿Vuestra intención es también hacerlo con aquellas bandas o músicos gallegos de los años 70 como Bibiano o Suso Vaamonde?
No es tanto una intención como algo que hacemos de manera natural. Esa es alguna de la música que nos gusta y que escuchamos continuamente, así que al final, cuando te pones a hacer una canción o a arreglarla, echas mano de aquello que conoces y que te resulta familiar. Acabas empleando los lenguajes con los que te sientes más cómodo. También es cierto que a veces queremos buscar otras cosas, llevar las canciones a otros lenguajes, pero al fin y al cabo siempre dentro de lo que conocemos porque necesitas herramientas para poder desarrollar el trabajo.
De todas formas vuestro sonido en gran parte del álbum es limpio y pone un especial énfasis en la melodía (En 'Fóra do meu control' se asoma Escocia por el horizonte). ¿Equilibrando las influencias de la brisa del mar con las de la densidad del terruño?
Las melodías juegan un papel fundamental en la música que hacemos. Es el elemento que define a las canciones y lo que normalmente hace que se tomen decisiones en un sentido o en otro a la hora de plantear o cambiar los arreglos.


Alternáis canciones de minutaje extenso con otras de duración más ajustada, además de un coqueto arrebato folkie, 'A cociña de Celeiro'. Aún así en vuestros directos se intuye que habrá cierto espacio para la experimentación. ¿No?
En nuestros directos hay espacio para todo, la verdad. Es muy difícil que demos dos conciertos iguales y no solemos aguantar mucho tocando las canciones de la misma manera. Cambiamos continuamente los arreglos y muchas veces tocamos cosas que nunca hemos tocado o ensayado. Esto es un poco temerario, pero nos gusta mucho hacerlo. Es cierto que ahora, con el disco, estamos intentando ceñirnos un poco más a él porque se trata de presentarlo tal y como fue grabado. Pero definitivamente cambiaremos cosas y dejaremos mucho espacio para la creatividad en los directos.
Sobre el tema de la duración de las canciones, tenemos una clara tendencia a hacer canciones largas y a alargarlas aún más con desarrollos instrumentales. Tratamos de limitar esto a aquellos momentos en los que la canción realmente lo pida. Y 'A cociña de Celeiro' pedía ser una canción breve, sencilla y muy directa.
Cerráis el telón del álbum con una canción como 'Outono' (con su principio deslizante y su desaire guitarrero como coda final), a sabiendas del periodo del año en que está publicado el disco. ¿El mejor contexto para escucharla es frente a una ventana mientras vemos la lluvia caer?
Si lo escuchas en Galicia lo más probable es que esté lloviendo, sí. En todo caso, creemos que la canción funciona bien también en climas más secos. En Zaragoza está gustando mucho.
La canción está partida en dos y quizás la primera parte tenga un aire más abstracto, con una cierta sensación de irrealidad, con todos esos ruiditos, sintetizadores y la voz como cantando desde lo alto de una montaña, para después traerte de nuevo a la tierra con el final, que parte de una toma en directo de guitarra, bajo y batería y en la que todo es muy real y terrenal.
¿Se puede decir que vuestra música es como la merluza de Celeiro, que ya de por sí es sabrosa pero a su vez admite variantes culinarias para potenciar su sabor?
Nosotros somos más de raxo.