Michelle Gurevich / Ecstasy in the shadow of ecstasy

Michelle Gurevich. Foto:Anton Koslov Mayr

Nacida en Canadá y residente en Copenhage pero con una cartografía estética que recorre el árido terreno de la música eslava, el aire bucólico de la chanson y la desarmante seducción de la proto electrónica, Michelle Gurevich sigue siendo una gran desconocida para el público de estos pagos. Su nuevo disco 'Ecstasy in the shadow of ecstasy' (Autoeditado, 2020) - sexto en su carrera en solitario - cierra una imaginaria trilogía excepcional conformada por el apabullante 'New Decadence' (2016) y el sensual 'Exciting Times' (2018), ambos arrebatadores tratados de pop, construidos con mimbres de folk esquivo, vaporwave de seda y ambientes cinematográficos.

Portada de 'Ecstasy in the shadow of ecstasy'

Con sus nueva canciones, Gurevich rebaja en diferentes cortes del disco la patina electrónica sin perder de vista el gusto por el detalle ambiental - véase la crepuscular 'Temptation' - e incluye nuevos ingredientes a su receta, como en el caso de la rumba latina de 'Here´s the part' que mezcla sin rubor al Julio Iglesias otoñal con el yacht pop y los coros a lo Leonard Cohen. Aún así, persiste la proto electrónica alevosa, en hitos como 'For Old time´sake', que recuerda a los hallazgos de 'New Decadence' (2016), uno de los mejores discos que se publicaron la década pasada y que, en gran medida, pasó desapercibido.

Dueña de una obra desacomplejada, que persiste a base de influencias insólitas (las bandas sonoras de películas soviéticas de los años 60-70, la chanson menos yeyé, los teclados añejos...) y un andamiaje sonoro que resulta altamente impermeable a la tendencia, con su autora escribiendo, produciendo y tocando gran parte de los instrumentos y dejando que un ilustre como Kramer empaquetara el conjunto.

Michelle Gurevich narra historias de deseo, pasión y amargura post-romance desde un prisma único. Una sensualidad que rehuye lo explícito aunque expone sin ambages pero con agradecida elegancia las victorias y las heridas que suelen esconderse en las sombras de las relaciones humanas: "Lento ese beso. Se siente bien estar nervioso, lo admito. Podría acostumbrarme a esto. Besémonos y veamos qué pasa"