Los Estanques: "Ahora mismo sólo queremos hacer, musicalmente hablando, lo que nos salga de las narices"

Hablamos con la banda cántabra con base en Madrid de su último disco 'IV'

Los Estanques. Contrapicados psicodélicos.

El zumbido de personajes que pueblan cada rincón de una capital como Madrid, muchos de ellos criados en sus históricos barrios y otro buen tanto llegados de múltiples sitios distintos, ha sido en ocasiones tema recurrente para las maniobras más inspiradas de nuestro arte. Como muestra el botón de aquellos collages literarios que un perspicaz Camilo José Cela - más centrado entonces en la literatura que en el exabrupto - cultivó con acierto en libros como 'La Colmena' (1951) o 'Café de artistas' (1969) que contrastan en herramienta e intenciones con las canciones que un erudito del pop cómo Malcolm Scarpa lleva publicando con entusiasmo y mimo - pero sin obtener el reconocimiento deseado - desde hace ya un par de décadas.

El beso de Judas castizo en la portada de 'IV'

Dentro de la distinguida cohorte de fans de este genio madrileño, resuena en los últimos tiempos la aparición de Los Estanques, una de las bandas mas inclasificables y personales del cada vez más denso panorama del pop en castellano y quienes no tienen reparos en citar a Malcolm como la gran influencia de su último disco. Una labor del todo altruista que quizás sirva para rescatar a una figura que permanece oculta tras un inmerecido anonimato. Tal y como nos cuenta Iñigo Bregel (quien compone, toca la batería, los teclados, los bajos, pone la voz y hace coros y además es interlocutor en esta entrevista), "esa sería buena, pero para eso creo que primero tendrían que venir a rescatarnos a nosotros. Hombre esto es una carrera de fondo, esperemos que cada día nos conozca más gente y así podamos desempolvar las grande joyas de nuestra música a través de citas y menciones".

El espectro madroñero de himnos Scarpianos del calibre de 'El estanco de Paula', 'Una tarde en Madrid' o 'Los bajos del cine Pol' obtiene vida extra en 'IV' (Inbophonic, 2020), el cuarto álbum de la banda cántabra - pero con raíces cada vez más fortificadas en la capital del país - completada en su alineación por Germán Herrero (guitarra), Dani Pozo (bajo), Fernando Bolado (teclado y coros) y Andrea Conti (batería). Un disco que - en contraste con su antecesor Los Estanques (2019), al que se refieren como "el resultado de las vivencias tras su llegada a Madrid" - se desprende de un posible "sambenito provinciano" y parte de la experiencias que nutren la óptica de quien ya considera una nueva ciudad su propio hogar.

Un relato articulado en trece canciones que a, su vez retratan a doce personajes distintos y culminan en una coda final donde todos ellos confluyen en una suerte de 'Reunión' sinfónica y espacial. Un reparto coral pero con cada quien protagonizando su propia historia en cada surco y cuya estridencia da a elucubrar sobre una existencia fermentada en el imaginario de su autor, el propio Iñigo Bregel, aunque nada más lejos de la realidad: "La “invención” a través de la observación. Pongo las comillas porque lanzo otra pregunta: ¿es que alguien ha inventado algo?", revela Iñigo, quién a su vez explica el por qué del uso de la primera o tercera persona según la canción, "hombre, está claro que cuando te planteas la movida de los personajes tienes que buscar una serie de recursos que te ayuden a mantener el discurso a través de la variedad. Hay canciones en primera persona, canciones en tercera, personajes con nombres y apellidos, personajes que no se sabe cómo se llaman, personajes descritos a través de sus acciones, descritos a través de su físico, etc".

Un desfile de retratos concisos cómo los de 'Juan el Largo', 'Emilio El Busagre', 'Mr. Clack' 'Rosario'... o los que protagonizan tonadas sin nombre propio cómo 'La aguja', 'Clavos de papel' o 'Comunión', tan de barrio y a su vez, tan ajenos a todo lo que sucede en las redes y ciertos universos artificiales, que incluso pueden recordar a personajes tan fuera del tiempo como el propio Malcolm Scarpa, "generalmente en este país cuando sale un personaje un poco excéntrico se pasa de él o incluso nos atrevemos a juzgarle de loco para arriba. Pero bueno, poco a poco confiamos que vayan cambiando las cosas, ahora que estamos en época de cambio (ríe)".

Una aseveración que culmina con ironía un Iñigo Bregel que ve poco claro que la incidencia de una banda con una trayectoria ya de cierto peso cómo la de Los Estanques, cada vez más cerca de lo popular que de lo maldito, tenga que ver con el brío de la juventud que todavía atesoran o con el hecho de que les puedan emparentar con estandartes del pop contemporáneo anglosajón como Lemon Twiggs o Foxygen: "Bueno, no suelen salir mucho esos  nombres cuando nos relacionan con alguien, generalmente suelen relacionarnos con Solera o CRAG o incluso Lori Meyers o Los Planetas.". Una comparativa, quizás más basada en términos idiomáticos que estéticos, ya que el pop progresivo y psicodélico - que ellos mismos afirman constantemente practicar - tiene también renglones en común con otras bandas europeas que cultivan la psicodelia y  lo progresivo como parte de un lenguaje todavía no agotado y que brilla más allá de la nostalgia. Nombres cómo Jacco Gardner, Forever Pavot, Biche, Dorian Pimpernel… Ejemplos de cómo si el pop universal se amolda a formas más locales (adoptando el idioma, los gestos culturales más propios) el resultado de la fórmula sigue siendo absolutamente vigente, "mientras haya buenos cultivadores del jardín de la psicodelia y el progresivo no tiene pinta de que se vaya a agotar en mucho tiempo el lenguaje al que te refieres".

Hablando de localismos, otra banda que jugaba con lo castizo y lo psicodélico y cuyo hacer recuerda en cierta manera al de Los Estanques es La Romántica Banda Local. Con aquellas canciones como 'El Bus' o 'Cruzando Atocha', que retrataban Madrid a través de cierto histrionismo contenido, el barroquismo con gusto o el retrato certero de lo cotidiano. "La verdad es que es una muy buena forma de definir a La Romántica Banda Local con eso de histrionismo contenido. A nosotros quizás nos gusta soltarlo más…", difiere Iñigo Lebrel, quien además reconoce ciertos patrones evolutivos en su sonido, de un tiempo a estar parte cocinado en sus propios Estudios Bregel de Madrid: del amor por lo retro (analogía en la instrumentación, producción colorista) de sus inicios a una actitud más abierta en cuánto a sus nuevos sonidos, con la cada vez más incipiente presencia de la música negra y los devaneos con el hard rock: "En un principio sí que nos gustaba sonar retro, a como se hacían las cosas en aquellos años. Ahora mismo sólo queremos hacer, musicalmente, lo que nos salga de las narices, sin pensar en épocas ni estilos, aunque sí que es verdad que quien tuvo retuvo (ríe).

Pero, a vueltas con la retromanía y haciendo un ejercicio de imaginación le preguntamos a Iñigo Bregel sí, en el caso de que Los Estanques hubiera sido una banda nacida en los años 60 del siglo pasado, preferirían haberse forrado con sus canciones o que en un futuro - el ahora - avispados diggers como Bob Stanley les fueran incluyendo en recopilatorios gourmet que tanto fascinan a los amigos de lo añejo, "hombre, claramente lo primero. Más que nada porque lo forrado que vayas suele ir de la mano de lo que te escucha la gente, y creo que una de las mayores gratificaciones de un artista es que su obra sea disfrutada". Un mensaje a todas luces pragmático que redobla su sentido si mencionamos que la concepción de 'IV' parte de un episodio durísimo en la vida de la banda. Una historia que tiene como núcleo el robo del ordenador, el disco duro y la pertinente copia de seguridad en el que Iñigo Bregel atesoraba "los masters del tercer y el cuarto disco y muchas otras grabaciones". Inoportuna sustracción que provocó que Los Estanques tuvieran que concebir estas canciones otra vez, desde cero. Aunque, tirando de refranero, lo que no te mata te hace más fuerte, "para nada, esos momentos nos hacen más fuertes, y a pesar de la pila de traspiés que ha habido sabemos que nos quedan unos cuantos, (ríe). A por ellos que vamos. Así hasta que seamos imparables.

Cierran el disco con una 'Reunión' de todos los personajes, a golpe de órgano sacro y psicodelia progresiva con explosión final casi galáctica… Un tema que casi suena a ciencia ficción dado lo denostadas que están las reuniones cómo ejercicio social en plena pandemia. Le preguntamos a Iñigo: ¿Habéis hecho algún ejercicio de imaginación sobre cómo habrá afectado todo esto a la cotidianidad de personajes como 'Rosario' (con su síndrome de Diógenes a cuestas) o 'Juan el Largo'?,"esta última pregunta es cojonuda, (ríe). Claramente Rafael y su Kebab habrían sido los más perjudicados. A Rosario, sin embargo “la” vino bien que le vaciasen la casa antes del confinamiento. Un relato con tanta chicha, que dada la incontinencia creativa del grupo, quizás dé de sí para un nuevo álbum.