Álvaro Menéndez construye canciones con las palabras precisas y los arpegios sonoros adecuados. Su música, mostrada al mundo bajo el poderoso nombre de León de Pelea, elude paradójicamente el conflicto y crece a ritmo sosegado, convirtiéndose en la mirilla perfecta para enfocar un mundo que suele moverse entre lo caótico y lo frenético. Puede resultar difícil encontrar espacios para la calma alejados del artificio pero, sin duda, discos con el poso naturalista de 'Poderosos y Fuertes' (Kocliko Records, 2020) - tercero en la trayectoria de su autor y grabado en Río Bravo Estudio junto a Cayo Bellveser y Xema Fuertes - es todo un refugio sonoro con el que escapar del ruido y pensar en posibles futuros brillantes.

Más allá del vértigo que puede suponer la concepción de un tercer disco, parece que te has tomado las cosas con mucha tranquilidad, privilegiando el proceso ante cualquier incontinencia a la hora de publicar material. ¿Es uno de los beneficios de trabajar en una liga tan ajena a los designios de la industria?
Entre el anterior disco y éste, ha habido cambios en mi vida que han ido alargando el proceso de creación, aunque no he parado de trabajar en él. Si sumamos lo que ha pasado este año, pues he tardado un poco más de lo que me habría gustado. Pero como bien dices, la única presión me la pongo yo y hasta que no estoy convencido, no saco las canciones.
Con ‘Poderosos y fuertes’ lidias con referencias ajenas a las imágenes marinas que articulaban tus dos anteriores discos. ¿Una forma de enfrentar ideas y sensaciones con otro tipo de naturaleza?
Para este disco, la única premisa de trabajo fue no usar la palabra “mar” en las letras ya que había usado mucho esa imagen tanto en ‘Vientos y corrientes’ como en ‘Veranos eternos’. Supongo que esa decisión me fue llevando a otros lugares, pero la naturaleza está siempre ahí, cumpliendo su papel.
En relación a esto, hemos pasado de los ‘Veranos Eternos’ a un disco eminentemente otoñal ¿no?
Pues no sé si es otoñal, lo cierto es que la composición ha ido pasando por todas las estaciones, no hay premeditación. El tono melancólico suele llevar al otoño, aunque también afectará la fecha en que se publica... Como oyente, hay discos que asocio a la época del año en que los he descubierto y escuchado por primera vez, tengo discos asociados al verano que igual para otros son otoñales etc.



Con tu música, de ambiente calmo y trote reposado, pareces invitar al oyente a que complete a su manera las historias que pareces esbozar ¿Van por ahí los tiros de tu manera de componer?
Cuando escribo las letras puede que busque no ser muy directo en el mensaje, si bien todas las imágenes que creo tienen un sentido muy claro para mí. Sí que a veces escribo cosas que solo puedo entender yo o alguien muy cercano a mí, pero procuro permitir dobles lecturas, que siempre se pueda extraer algo –la canción ‘Forja de héroes’ sería un ejemplo-. Que cada oyente lleve el mensaje a su territorio o que lo identifique con cosas personales suyas es algo que también me gusta. Lo más importante es que las canciones te acojan y establezcas vínculos con ellas más allá de la intención inicial que yo les haya querido dar.
En lo que se refiere a tu estilo, que puede recordar a referencias ajenas pero a su vez suena tan particular, podemos caer en la tentación de relacionarlo con influencias cómo Beirut (quizás por la trompeta de Ernest Aparici en ‘Futuro Brillante’, el pop íntimo y ligeramente progresivo de The Montgolfier Brothers o la poética de un primerizo Dominique A. ¿Es algo que te halaga? ¿Te molesta?
Creo que esta pregunta viene de una conversación nuestra previa (ríe). Me halaga muchísimo, especialmente por lo de Dominique A, a quién admiro un montón. Normalmente no busco sonar a algo determinado o no me planteo hacer una canción que suene a este grupo u otro. Como oyente cuando escucho algún disco que es muy mimético con algún grupo en concreto, el disco normalmente se me acaba desinflando porque suele faltar personalidad –también puede haber casos en que sí que funciona-. Dicho esto, a veces en algunos arreglos, si veo que la canción empieza a escorar hacia un sitio determinado y me empieza a sonar a algún grupo de mis favoritos, me dejo llevar y sigo en esa dirección, pero serían ya momentos puntuales, no un método de trabajo.
¿Tenías algún tipo de sonido en la mente cuándo te metiste en el estudio con las canciones en una libreta?
No tenía nada concreto en mente. Suelo trabajar mucho la maqueta y el sonido va saliendo por intuición, lo que suele pasar es que la escucho bastante/demasiado y me voy acostumbrando al sonido de la maqueta y al de las guitarras, arreglos etc. Esto al llegar al estudio puede suponer un peligro porque las cosas empiezan a sonar distintas y las canciones van cogiendo otro aspecto, pero por mi experiencia trabajando con Xema, lo mejor es confiar, porque él saca un sonido increíble y el resultado siempre es mejor, claro, porque para eso vas a un estudio.
Además del trabajo de Cayo Bellveser y Xema Fuertes, a quienes casi podríamos considerar como tu “banda en la sombra”, hay colaboraciones en el disco (Patricia Prado a los coros, el bajo de Sergio Membrillas) que parten de tu círculo más íntimo. ¿Querías reforzar los lazos emocionales de ciertas canciones?
Y menuda banda, los bajos y las baterías son fantásticos, es una suerte poder trabajar con ellos. Cuando estoy grabando tengo por costumbre no enseñar nada –salvo a mi mujer Patricia- hasta que no está el disco acabado. Con las primeras tomas de las canciones me entraron dudas y se las puse a mi amigo Sergio Membrillas para ver qué opinaba. Después de escucharlas me dijo que faltaban arreglos y me puse a hacer más arreglos durante unas semanas. Vamos que Sergio me cogió de la patilla y me puso a currar (ríe). En esas pistas, en alguna faltaba todavía algún bajo por grabar y al final él hizo el bajo para ‘Forja de héroes’. Que Patricia hiciese coros también fue idea de Sergio. Confío mucho en él porque es alguien con mucho talento y es mi mejor amigo, hablamos mucho del disco y tenemos gustos en común, y así fue involucrándose más, tanto que al final le pedí que viniese a las sesiones de mezcla. Le estoy muy agradecido por todo el apoyo que me ha dado durante la grabación del disco y es algo muy especial para mí que haya acabado tocando en una de las canciones. Y respondiendo a tu pregunta, fue más bien mi círculo íntimo el que vino en mi ayuda y acabó formando parte del disco como una consecuencia natural.
El disco parece partir de una reflexión sobre el paso del tiempo, de qué manera podemos lidiar con los sinsabores o apreciar las posibilidades que ofrece ‘Un Futuro brillante’. ¿He ido demasiado lejos?
Vas bien encaminado –sueles acertar-. El paso del tiempo es algo que me puede llegar a obsesionar, o más bien el tiempo no aprovechado, las oportunidades perdidas, los sueños incumplidos etc. ‘Futuro brillante’ habla de todo eso y entronca con la canción ‘Vientos y corrientes’, temáticamente son muy parecidas, hablan de lo mismo, de cómo en la edad adulta los planes y sueños de la infancia/adolescencia se pueden disipar, olvidar o incluso negar. No hay que renunciar a lo que uno quiere de la vida y si te pierdes, tienes que intentar ir recuperando esos espacios, nunca es tarde, pero el tiempo va pasando... de ahí mi obsesión. En mi caso la música y componer es algo esencial que abandoné durante el paso a la edad adulta y que desde hace unos años –ya unos cuantos- he recuperado y me hace muy feliz.
La inspiración lírica de tus anteriores discos siempre ha surgido de la proximidad emocional: la figura paterna y los veranos asturianos en ‘Veranos Eternos’ o los nombres que surgen de un diccionario de inglés marítimo de tu abuelo en ‘Vientos y Corrientes’. ¿Las canciones de ‘Poderosos y fuertes’ siguen la misma senda?
En este caso, el título de ‘Poderosos y fuertes’ surgió un día en mi casa cuando mi hijo entró en el estudio con sus figuras de animales en las manos y me dijo: “Papá, mis tigres son poderosos y fuertes”, en ese momento tuve un flechazo, la misma corazonada que cuando leí el diccionario de mi abuelo. Las palabras se me quedaron grabadas y pensé que haría algo con ellas. Esto fue hace dos años, meses más tarde, componiendo una canción, volvieron a surgir en mi cabeza y encajaron en la letra y salió la canción ‘Poderosos y fuertes’ y el título del disco. Para el disco en conjunto, algunas canciones pueden compartir temática pero no hay una intención de agruparlas en torno a algo concreto.
“Hace tiempo que dejé de luchar, un empeño incansable en busca de un ideal”, lo de titular el último corte del disco con el propio nombre del proyecto resulta algo más que curioso. Esta canción parece refrendar cierta asunción de las propias limitaciones pero sin acritud ni aspavientos. ¿De eso se trata la madurez?
Esta canción es muy especial para mí. La guitarra la compuse hace más de diez años, -recuerdo subir la pista a Myspace- en aquella época hacía instrumentales y ni me planteaba hacer letras ni cantar, me parecía imposible escribir algo –¿qué iba a decir? (ríe)-. La guitarra me gustaba tanto, que decidí guardarla por si en un –improbable- futuro me daba por escribir letras y cantar. Mientras componía el disco un día me acordé de la canción, no sé si tocando con la eléctrica o si se me vino a la cabeza sin más, y salió la letra... La canción habla de asumir que la realidad que te rodea no tiene por qué plegarse a tus intereses o a tu concepción de la vida, hay batallas que no vale la pena pelear porque seguramente esas victorias tampoco te van a aportar gran cosa. El mundo a veces puede resultar muy caótico y a veces puede parecer que todo es una locura, pero creo que siempre hay algo latente, una calma que subyace en todo y que te permite ver ese caos desde fuera y ser consciente de que tú no eres eso aunque tengas que lidiar con ello. A mí esto me ayuda a relativizar muchas cosas y a centrarme en las que son realmente importantes, aunque pueda ser arrastrado también por el caos y la locura, no estoy libre de ello. No sé si esto es la madurez pero a día de hoy me funciona. Con todo esto, la canción significa tantas cosas para mí y ha estado tanto tiempo esperando a salir que decidí llamarla ‘León de pelea’, cerrando un círculo.