El pasado día 11 nos abandonó Julio Llopis, miembro del grupo mod Scooters. No voy a extenderme sobre la trayectoria de este gran músico, ya se ha hecho justicia con varios artículos en los que se habla de su banda; pero sí debo confesar que me ha molestado el escaso eco que ha tenido su muerte en los medios de comunicación valencianos y no me valen excusas como que "no tenemos Canal 9". Sinceramente se repite el refrán, nadie es profeta en su tierra, y mucho menos aquí, por desgracia.
Como bien sabréis, su grupo, Scooters, nació en el valenciano barrio de Patraix. A veces, de broma, yo le decía que debían ser toda una institución en el barrio, él me respondía que ojalá, pero que la institución era su madre, que es toda una figura muy conocida en el mismo. Por pura curiosidad le pregunté si le hubiese gustado vivir de la música y me comentó que sí, pero no se pudo dar la ocasión, que en realidad es difícil vivir de ella, pero que estaba contento de volver a ensayar. Él hablaba de los Scooters como sus colegas de toda la vida, con orgullo, no alardeaba de nada, pero sí que nos dijo que llegaron a hacer cosas importantes y recientemente grabaron un disco. Muchas veces nos invitaba a ensayos y nos enseñaba sus canciones, no por vanidad, sino por el puro entusiasmo de mostrarnos lo que hacían. Fue toda una sorpresa enterarme de que llegaron a ser teloneros de bandas con tanta repercusión comercial como Hombres G o el Último de la Fila, y que ganaron un concurso de la Diputación de Valencia en 1986, pero sobre todo que se les mencionaba en un libro de música valenciana como un grupo mod de los ochenta muy importante. De ahí podréis entender mi enfado ante la poca repercusión de la noticia.


Creo que no he conocido a personas a las que les apasionara tanto, y le hiciera tan feliz, la música. Nadie como él para transmitirnos su amor por ella; sea en un concierto, en una reunión de amigos, donde fuera. Tocando y cantando nos transmitía ese buen rollo y pasión. Cuesta creer que ese rockero de los pies a la cabeza se haya ido para siempre.
Una de las anécdotas más entrañables que guardo de él fue su participación en una trobada de música valenciana. Una amiga en común le pidió que fuera a Manuel (Valencia) con ella y le acompañara con la guitarra. Él no paraba de decirnos lo bien que estuvo ella y lo bien que se lo pasó. Nuestra amiga, entre risas, nos dijo que hubo un momento que lo pasó mal porque él se emocionó con la guitarra al principio y no había forma que le diera la entrada; no paró de disculparse y decir que se había emocionado. Así era él, lleno de energía, "un motoret" como él mismo se definía.
Julio tenía la carrera de Relaciones Laborales y estaba muy metido en el mundo de la inserción sociolaboral, era una persona comprometida y manifestaba su preocupación sobre la deriva del país en el aspecto laboral ya que como técnico de inserción "se pelaba" el culo (palabras textuales) visitando empresas y hablando con gente y era bastante poco optimista sobre la tan cacareada recuperación de la que se habla tanto. Hace un par de años me dijo que se volvería a contratar, pero que sería siempre de manera temporal porque las empresas ya no se querían pillar los dedos ni tener plantillas de indefinidos por si volvía una crisis potente. Como podréis ver en cualquier periódico, es así.
Se nos ha ido un músico, pero ante todo una bellísima persona y un buen amigo. La vida, aunque bonita, es muy injusta, sobre todo cuando se lleva a personas así antes de tiempo. Julio murió joven, no sólo de edad, sino de espíritu.