Más allá del bosque, en la 'Transilvania' que nos cuenta y canta Josele Santiago solo hay nieve y escarcha. Un manto blanco tupido y resbaladizo que nos impide llegar con entereza al castillo del vampiro para poder clavarle una estaca en el corazón. Un vampiro que sigue proyectando su maléfica sombra sobre todos nosotros, y que le otorga fisicidad a su figura a través del grisáceo semblante de un capitalismo cada vez más salvaje, el hedor de unas cortinas de humo que se transforman en banderas rasgadas o el permanente estado de odio que emerge sin remisión en aquellas herramientas que los benditos seres humanos creíamos iban a servir para estar mejor comunicados y que solo traen despieces y desasosiegos. No se equivoca el mal, se limita a esperar. Eso es lo que canta en su quinto álbum de estudio el músico madrileño, perplejo y preocupado ante un mundo que se desmorona ante sus ojos, tan abollado que es tarea ardua echar mano de sortilegios culturales y sociales que ayuden a combatir la epidemia. Un paisaje áspero que, paradójicamente nace de la conjunción de varios talentos que trabajando desde la calma y un paciente ensayo/error dieron luz al sentido trágico de las doce canciones que el cantante de Los Enemigos tenía en mente para su nuevo viaje en solitario. La conexión surge en Barcelona, dónde Josele Santiago reside desde hace un tiempo y lugar en el que un nombre camina de boca en boca entre aquellos artistas que quieren darle una vuelta de tuerca a su trayectoria, el de Raül Fernández, más conocido como Refree.

Resulta recurrente pensar que la elección de Refree como productor de 'Transilvania' (Altafonte - Josele Santiago, 2017) nació de la pretensión de sonar contemporáneo sin perder la vigencia clásica que permitiera que estas canciones pudieran perdurar en el tiempo, en contraposición a los usos efímeros que resaltan en la epidermis de gran parte de la música actual, "No me lo planteo así"- indica Josele Santiago - "simplemente hemos grabado las canciones lo mejor que hemos podido. Al trabajar con Raül la paleta de colores que tenía a mi disposición ha sido no sé si más amplia, pero sí desde luego distinta. Me atraía mucho, por ejemplo, trabajar con sintetizadores. También con unos criterios más contemporáneos a la hora de mezclar. Pero todo esto forma parte del envoltorio, mi manera de escribir e interpretar es básicamente la de siempre".
Su estilo lírico, entre lo castizo y la asunción cotidiana de la sabiduría popular entra como la seda gracias a los matices rugosos de la voz, aunque resulta obvio que en este disco podemos escuchar nuevos registros vocales. Sin ir más lejos, en esa nana casi terrorífica que es 'Ángel'. Evolucionar implica también saber dar nuevos tonos a lo ya conocido. "He trabajado mucho la voz y se nota. Si grabara ahora el disco se notaría más. También en ese sentido dispongo ahora de una paleta de colores más amplia. Siempre es mejor abrir puertas que cerrarlas. Y más divertido", asiente. A su vez, estas canciones pueden funcionar perfectamente en directo con una guitarra acústica y una copa de vino, "casi todas mis canciones funcionan en formato reducido, pero yo creo que se debe más que nada a que están compuestas en soledad con la única compañía de una guitarra, un lápiz y toneladas de papel", admite. Josele Santiago ha comentado en alguna ocasión que compone como si pintara un cuadro. En este sentido, no sería demasiado descabellado decir que las canciones de 'Transilvania’ son un poco Francis Bacon, con esa imaginería tan potente que abre una ventana a la ambigüedad y varios pórticos a la perplejidad. Si le da por retorcer el pincel, ¿en el próximo disco se pondrá en plan Jackson Pollock?. "Encuentro muchas analogías entre la música, la escritura y la pintura, sí. Evidentemente se trata de disciplinas muy distintas entre sí, pero persiguen un objetivo común y eso las emparenta. Es interesante este juego que propones… ¿Cómo sonaría un disco Pollock?", cuestiona.


Sabiendo de su querencia por lo italiano - la versión de 'Buonanotte Fiorellino' del gran Francesco De Gregori ya es parte de la memoria colectiva - es posible que, si se pusiera a ello, podría bordar versiones de canciones tan rotundas como 'Anna' o 'La mia canzone per Maria' de Lucio Battisti, un autor que supo darle a su carrera un enfoque brillante y coherente a partir de una voz profunda y acre, aunque Josele Santiago, de momento, sigue siendo más de De Gregori, "La verdad es que no controlo mucho de cultura italiana. Escuché 'Rimmel' hasta la saciedad y al final me tiré a la piscina, pero fue algo muy puntual", explica. En los momentos más ásperos de 'Transilvania', como 'Saeta', podríamos atisbar apuntes krautrock. Poniéndonos de nuevo a fantasear, ¿que hubiera pasado si Josele Santiago pudiera haber grabado un disco en la granja de Konny Plank?. "Mi referente más inmediato a la hora de grabar 'Saeta' fueron los Stranglers, que seguro que escuchaban bastante krautrock. También Van Der Gaaf Generator… pero sí que tengo bastantes discos alemanes de los setenta y bueno, al final eso se ha acabado notando", admite. La música negra también tiene su peso específico en las maneras sonoras de Josele Santiago: tomamos nota con el blues castizo de 'Prestao' o a través del cruce de caminos de 'No se equivoca el mal'... ¿Ha hecho algún tipo de pacto con el diablo a lo Robert Johnson para que la negritud acople tan bien a su estilo?. "En 'Prestao' hay bastante de Brasil también" - incide - "… Es algo natural, crecí escuchando Blues y Soul por un tubo y por algún lado tiene que salir esto, supongo". Todo ello en un tratado que, contando con el barniz contemporáneo que pincela Refree, gestiona con personalidad diferentes sustratos del rock and roll. Algo en lo que tiene mucho que ver el trabajo a las guitarras de Xarim Aresté y el buen hacer de su banda, compuesta por músicos como Ricard Sohn (piano y teclados), Miquel Sospedra (bajo) y Ermengol Mayol (batería).
Eso de vivir en Barcelona en los tiempos que corren y a sabiendas de como se suceden los acontecimientos, debe ser toda una lección de vértigo, "Tengo la sensación de que los políticos están encantados con esto de que no se hable de otra cosa, sabes. Estoy bastante perplejo. Occidente esté inmerso en una crisis medioambiental, económica, social y humanitaria sin precedentes y no se nos ocurre otra cosa que sacar las banderas a la calle y hacer proselitismo patriótico. No lo entiendo". La última canción del disco, 'Sonia', está dedicada a Sonia Del Amo, una conocida agitadora cultura madrileña que tristemente nos dejó hace algo más de un año. ¿Ser un apasionado de la cultura, e intentar vivir de ello, es algo tan admirable como potencialmente imposible en este país?. "La cultura es algo secundario y marginal de toda la vida en este país. Pero para la derecha es incluso molesto, tienen algo personal enconado de mala manera ahí.. . Mientras el PP esté en el poder el mundo de la cultura sufrirá mucho", sentencia.
Por último y tirando del hilo de la paupérrima situación cultural, y de las necesidades de los artistas, especialmente de los músicos que se dejan la piel en las carreteras o grabando discos ignorando si rendirán comercialmente, para, si acaso, poder sufragar gastos ya vencidos, nos interesa saber que opina un músico curtido como Josele Santiago de aquellas bandas que ponen su empeño creativo en fabricar estribillos coreables a expensas de buscar sustanciosos contratos con los festivales de marras. "La pasta está en los festivales y mucha gente reconduce sus maneras adaptándose a su dinámica. Supongo que es normal, nadie quiere ser pobre".