Si existe la manera ideal para imaginar una antología de un músico tan curtido en los escenarios de este bendito país como es Josele Santiago, grabar un disco en directo durante dos noches en el auditorio del churrigueresco edificio de Conde Duque resuena como el argumento ideal. Visto así, era inevitable que tarde o temprano llegara la publicación de «Conde Duque en Directo»(2019), un disco-libro que registra aquellas veladas de octubre de 2018, en el marco del ciclo «Sonido Malasaña» que contaron con invitados rutilantes como Leonor Watling (Marlango), Niño de Elche, Jairo Zavala (Depedro), Amable Rodríguez o Johnny Cifuentes (Burning).
Complementado por un DVD que incluye un concierto acústico (junto a su inseparable David Krahe de Los Coronas) e ilustrado con gusto impresionista por Santiago Bueno, el artefacto supone una aventura, más atemporal que anacrónica, con la que sintetizar el valor de un repertorio que ha recorrido con firmeza y altura y durante casi dos décadas surcadas por cinco discos, la corriente menos complaciente de la música popular. Desde los temas que emergían con la publicación de «Las Golondrinas Etcétera» (2004), con el que el músico madrileño cambiaba el fulgor blues y rock de Los Enemigos por un cancionero de autor con mucho pedigrí, hasta el postrero -hasta la fecha - «Transilvania» (2017), nevado fresco que radiografiaba el caos contemporáneo con lápiz afilado y seductora profundidad.
«Conde Duque en Directo» se ha publicado casi un año después de la grabación original del concierto. ¿Para que un artefacto de tal envergadura vea la luz en su máximo esplendor hay que dejar que macere como el vino, “que mientras más se envejece, más calor tiene” (como decía Lope de Vega)?
Es posible, pero también es verdad que podíamos habernos dado un poco más de prisa si la logística y el presupuesto lo hubieran permitido. En cualquier caso, no importa. Estoy muy contento de que por fin haya visto la luz y de que haya salido tan guapa la criatura.

Se trata de un producto muy cuidado en fondo y forma. Hay sonido e imagen, ilustraciones y literatura. ¿Se trataba de agasajar al fan de toda la vida o de engatusar al oyente que aún no ha caído “de prestao” en tus redes?
Bueno, en realidad se trataba de hacer un buen trabajo a todos los niveles, pero a mí lo que más me interesaba era plasmar de alguna forma la manera en que se han desarrollado las canciones a medida que han ido pisando escenarios durante todos estos años.
Se menciona mucho y casi siempre a Los Enemigos cuando se habla de tu música pero en solitario ya llevas un buen trecho. ¿Es algo que te incomoda, te fastidia o te estimula?
A mi me parecerá inconcebible que si hablamos de mi carrera no salgan a relucir Los Enemigos. Y estoy muy orgulloso de ello. Además, ahí seguimos, dando caña al personal.
¿Que tu canción emblema - «Ole Papa» - estire su desarrollo gozosamente hasta los casi ocho minutos es una especie de “a la victoria se llega con sudor y sangre”?
En realidad es simplemente que es una canción jodidamente divertida de tocar, y a veces en directo hasta nos pasamos de frenada con los solos. Tuvimos que contenernos un poco con eso y al final yo creo que nos contuvimos demasiado, fíjate.
Eso es lo que se puede leer entre las líneas del texto central del libro (escrito por el periodista César Luquero), que narra las desventuras de una trayectoria siempre al borde del abismo pecuniario pero que desprende un gozo naturalmente orgulloso. ¿No lo ves así?
Totalmente.
Dices que “vienes de una generación que se pudo permitir el lujo de aprender sobre los escenarios”. ¿Sois especie en extinción?. Lo digo porque las nuevas generaciones de músicos suelen atesorar lustrosa formación y un trabajo de diseño escenográfico previo que luego sale a la palestra con, quizás excesiva, pulcritud.
Es posible. Este es un mundo de hormigas, es casi imposible sobrevivir para una cigarra.
¿Crees que se está perdiendo naturalidad y sentido de la improvisación (tan propia del jazz, el rock and roll o el blues) en pos de una sofisticación demasiado medida?
No sé, conozco a chavales de veinte años que improvisan que lo flipas. Yo lo que más echo de menos son las canciones memorables. Esas que se te quedan en la cabeza y no salen ni con decapante.


Respecto a las colaboraciones, algunas son esperadas (Johnny Cifuentes) y otras quizás sorprendentes (Niño de Elche). ¿Qué criterio utilizaste para escoger tal casting? ¿Admiración? ¿Amistad? ¿Una mezcla de ambas cosas?
El único al que no conocía personalmente era al Niño, pero veía clarísimamente la canción en sus manos. Se la lleva más al sur de lo que está, que es decir muy al sur. Andalucía es la tierra de mis ancestros y para mí es una tierra mítica, llena de historias que oía contar a los mayores de mi familia. A mí, cuando entro en Andalucía se me despierta el alma.
En cuanto a Leonor, Johnny y Jairo pues sí, se trata de ambas cosas: admiración y amistad.
En el caso de un «Guardia Civil» el post-flamenco de Niño de Elche casi que acentúa el aroma a balada de canción popular de la toma original. Una treta que más que descuadrar, casi que enfatiza el sentido de una letra tan singular. ¿No crees?
Sin duda. Es lo que te decía antes, se la lleva a un lugar muy especial para mí. Además me brinda la oportunidad de tocar para otro cantante, que es algo que me encanta.


A nivel musical el trayecto prima el color negroide y sudoroso frente a lo acolchado del folk. En parte inclinando la balanza hacia el rock and roll, partiendo siempre de la dicotomía entre sutileza y aspereza que ha guiado tu trayectoria en solitario. ¿La cabra siempre tira al monte o es el contexto (aquí un escenario y un público entregado) el que marca el estilo?
Todos en la banda venimos del rock, y eso en el escenario se acaba notando. Es lo que hemos mamado todos y lo que nos pone cachondos. Cuando la cosa se calienta tira inevitablemente hacia el rock.
Lo de proveer un tracklist diferente en orden y número en el CD y en el DVD es una maniobra un tanto extraña. ¿Quizás es porque este disco es básicamente una antología dispuesta de forma singular?
Bueno, en el DVD se incluye el set acústico con David Krahe (un formato en el que por cierto estoy cada vez más a gusto) y eso descoloca un poco la dinámica del track-list. Así que hubo que meterle un poco el bisturí para que quedara guapo.