Javier Corcobado: "Todo puede convertirse en una canción"

Javier Corcobado. Foto: Alfonso C. Orive

Ser nómada es una condición que ha acompañado a Javier Corcobado durante una gran parte de su vida, hasta que el encuentro con el amor y cierta necesidad de echar raíces convirtieron a la localidad vizcaína de Errigoiti en el punto neurálgico de una carrera, que si bien ya ha transitado por terrenos emocionantes y definitivos ('Demonios tus ojos', 'Diminuto cielo', 'Fotografiando al corazón'), aún tiene fotogramas clave que ofrecer. Parece que el músico nacido en Frankfurt, de padres madrileños, ya estaba cansado de las consecuencias de ese ir y venir por tantos rincones y lugares, tal y como él mismo comenta: "La verdad es que sí, me cansé de tantos traslados, aunque tengo maravillosos recuerdos de las ciudades en que he vivido. Encontré aquí en el norte el amor y el lugar perfecto para echar raíces", asegura.

Echar raíces, anidar, encontrar el lugar indicado para seguir moldeando una trayectoria arriesgada e intensa, con un pie en la vanguardia pero siempre en busca de la belleza y con la canción popular fija en el horizonte. Tal y como nos comentaba el músico italiano Gianmaria Testa en otra entrevista,  ser capaz de captar la canción popular es parte del trabajo de quien escribe canciones, aunque en el caso de Javier Corcobado, contando siempre con el atrevimiento de lo nuevo. "Intento hacer que se lleven bien la canción popular y el ruido, es decir, lo que aún no está catalogado como música, que lo será irremediablemente en el futuro. Actualmente me hallo trabajando con fuentes inusuales de sonido y estructuras rítmicas y armónicas inauditas", explica.

[pull_quote_right]Intento hacer que se lleven bien la canción popular y el ruido, es decir, lo que aún no está catalogado como música, que lo será irremediablemente en el futuro[/pull_quote_right]

Su música pese a esa raíz popular y vinculada a la tierra, siempre tiene un punto de peligro, de reto, un desafío constante hacia el oyente. "Sorpresa, incomodidad, placer, violencia, ternura, belleza... Quiero que el oyente tenga sensaciones incluso físicas con mi música. Lo cierto es que siempre intento trabajar para lograr belleza, es el fin principal del arte, en mi opinión", sostiene.

Amante de las versiones, Corcobado ha llegado a comentar en alguna ocasión que ha grabado canciones ajenas cantando en francés o en inglés con un marcado acento madrileño, lo que generalmente ha llegado a irritar a los críticos más puristas y sesudos. En cambio, en esa imperfección puede hallarse la belleza de esas apropiaciones. En este sentido, afirma que "cuando canto en otros idiomas es por el respeto que tengo a las canciones originales. No me gustan las adaptaciones de otros idiomas al castellano. Intento hacerlo lo mejor que puedo y que se me entienda al cantar. No sé si lo consigo. No obstante, mi lengua es el castellano y la amo profundamente, gracias a ella y a la música puedo expresarme libremente".

[pull_quote_left]Quiero que el oyente tenga sensaciones incluso físicas con mi música. Lo cierto es que siempre intento trabajar para lograr belleza, es el fin principal del arte[/pull_quote_left]

En una canción tan certera como 'Les falta amor' de su último disco, 'Los estertores de la democracia' (No-Cd Rekords, 2014) Corcobado analiza de manera quirúrgica las heridas de una humanidad lastrada por la falsa comodidad, la banalización del amor y otras enfermedades sintomáticas, no sabemos si como un acto de perplejidad o un enfado plenamente justificado. "Se trata de una descripción bastante fiel a la realidad. Falta amor en el mundo. Últimamente hablo mucho de esto en mis poemas y canciones.", explica.

Gran parte de su obra reciente está ocupada por el ambicioso proyecto 'Canción de amor de un día', de carácter multidiciplinar y que pretende condensar 24 horas de música en 100 piezas musicales ilustradas por sus 100 vídeos correspondientes e interpretadas por un catálogo de músicos, realizadores, videocreadores y artistas plásticos realmente abrumador. "Estamos vislumbrando la luz al final del túnel y empleando mucha energía en conseguir fondos para terminar la obra en sus fases de audio y vídeo. Este año por fin estarán terminadas las 24 horas de música y espero que el mundo pueda escuchar Canción de amor de un día en 2016", explica. Un titánico empleo del tiempo al que le "faltan menos de cinco horas de audio y la fase de vídeo se va alimentando poco a poco y espero que el año que viene todo esté concluido", puntualiza.

Aintzane Aranguena.
Aintzane Aranguena.

Corcobado presenta en Valencia, el próximo 16 de Mayo (Café Théâtre El Tintero), el poemario 'Poemas a una canción de amor' (Ediciones El gallo de oro, 2014), ilustrado por su mujer Aintzane Aranguena, con quien comparte escenario. Nos interesa saber si difiere mucho el método que tiene de escribir poemas al de crear canciones. "La eterna pregunta... Los poemas surgen a traición la mayoría de las veces y algunos acaban convirtiéndose en canciones. La letra de una canción, partiendo desde cero, es mucho más premeditada y ha de ajustarse a las medidas de la música... ", considera. Así parece que por lo cuidado de sus textos y su musicalidad, cualquiera de sus poemas es susceptible de ser convertido en canción. "Supongo que sí. Todo puede convertirse en una canción", asegura.

Corcobado siempre ha sido definido como un crooner, una suerte de Nick Cave castellano, poeta, nocturno y, en cierta manera, especialmente en su pasado, maldito. Aún así tienen más peso incluso, en su trayectoria reciente, su vocación atemporal y un claro desapego hacia las modas: "La verdad es que soy atemporal, y las modas, a estas alturas de mi vida, no me importan y me parecen algo sintomático de la adolescencia y la juventud. Me interesan las cosas que se hacen para que perduren, sobre todo en el mundo del arte", comenta.

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Javier Corcobado y Aintzane Aranguena. Foto: Juan González

En la velada también introduce elementos audiovisuales: imágenes y música improvisada. Una manera de enfocar una actuación tan alejada de un concierto de rock, y con la presencia de Aintzane Aranguena como contrapunto evocador. "Compartir escenario junto a Aintzane es para mí una experiencia única y muy libre en cuanto a la emisión de ruido y música. Ella genera unos sonidos tan dulces como agresivos, que conversan, discuten y se aparean con los míos. Respetamos algunas pautas para improvisar, pero siempre nos sale de manera distinta, y eso es divertido. Sólo tocamos una canción propiamente dicha: Los estertores de la democracia, un canto rabioso a la libertad, aunque también hay un "Bésame mucho" no fácil de detectar. Los bloques de poemas recitados sobre el silencio sí los tenemos pactados. Hay momentos no aptos para tímpanos delicados y otros en los que hay que afinar mucho el oído para escuchar: violencia y ternura sonoras. La proyección de las imágenes de Aintzane aportan el ambiente perfecto para entrar en el mundo de Poemas a una canción de amor", explica.

[pull_quote_right]Los poemas surgen a traición la mayoría de las veces y algunos acaban convirtiéndose en canciones[/pull_quote_right]

El músico y poeta es también un gran consumidor de música, de clásica al rock ácido, pasando por multitud de estilos y épocas, como muestra esta playlist que publicó recientemente. Remite a una defensa de la idea de la canción más allá del autor o el estilo, aunque siempre contando con referentes inspiradores con los que alimentar su propia obra. "Escucho todo tipo de música. Echo en falta novedades que me emocionen, de hecho escuché con mucho interés el nuevo disco de Gang of Four, uno de mis grupos favoritos de los primeros 80 y me decepcionó. En mi última playlist de Primavera (Udaberri en euskera), puedes escuchar desde Stravinsky a Murray Head, Carl Anderson, Gershwin, Virgin Prunes, Peret, Young Marble Giants, Eyeless in Gaza e incluso a Javier Corcobado", afirma.