Iñigo Maraví Artieda: "Narrar es darle un poco de sentido a lo que se nos pasa por la cabeza"

Iñigo Maravía Artieda. Foto: Felipe Hernández

Psicólogo de formación y graduado en estudios literarios en Barcelona, el nombre de Iñigo Maraví Artieda suele estar asociado a una de las bandas de garage y rockandroll más adictivas y singulares del país como es, sin duda, Los Jambos. Otra de las facetas de este polifacético autor con residencia en la ciudad condal, dónde también sirve cañas con la espuma justa y el frío adecuado, es la de escritor de poesía - echen un ojo a su llamativo perfil de instagram - y narrativa de ficción. 'Un día Ganado' (Colectivo La Máquina, 2020) es su segunda novela, un volumen que emerge como relato infeccioso sobre la impostura y que conjuga humor ácido con espinas de resacosa melancolía.

Dicen sobre ti que “su formación en letras le allanó el camino para trabajar en un bar del Raval”. Como escribió hace ya tanto Quevedo: ¿el que escribe para comer, ni come ni escribe?

No tiene porqué, la verdad. Ha habido escritores cojonudos que escribían para comer, como Osamu Dazai o Villiers… De todas formas cualquier cosa que se aleje  del “haz  lo que  te da la gana” es peligroso para un escritor. Creo que uno de los mejores consejos que se le pueden dar a alguien que escribe es: busca un curro en el que no estés demasiado puteado, que te dé para tus cosas, y escribe en tu tiempo libre sin pensar en nadie. 

Porta de 'Un día Ganado'

‘Un día ganado’ es tu segunda novela tras ‘Los Nuevos’ y ambas parecen capítulos vitales que tienen como eje a un personaje que se mueve dentro de un universo donde la realidad es muy real pero vira en cierta manera hacia el absurdo. ¿Es Ángel Lomas un hijo bastardo de nuestro tiempo?

Las dos novelas son independientes entre sí, pero comparten protagonista. No es que sea la misma persona, de hecho no lo es, pero podría decirse que ambos viven en el mismo mundo. Ángel es solo un amigo de sus amigos, un tío que sabe lo que quiere hacer y que lo va a hacer, pero el mundo no para de decirle que lo tiene jodido. Es como cuando le cuentas tus problemas a alguien y te dice: “La vida, tío…

¿El personaje de Ángel Lomas es un trasunto de su creador? ¿Su nombre es un homenaje a cierto cantante valenciano de los años 60/70 del siglo pasado o tan solo se trata de un juego de palabras?

Yo escribo sobre lo que veo, o sea que en cierta manera sí lo es, pero al final la realidad es materia prima, luego la meneas un poco y acaba siendo otra cosa que, al final, es más real que lo que era al principio. Ángel es tanto yo como mi vecino de abajo cuando me da con la escoba para que baje el volumen de la música. En cuanto a lo de si tiene que ver con Bruno Lomas, bueno… digamos que me sonaba guay  y ya.

Tus historias más que formar parte de la novela urbana, parecen relatos al límite sobre la supervivencia. ¿Podríamos hablar de “funambulismo subterráneo”?

Todos intentamos sobrevivir de la mejor manera posible con lo que tenemos, hacemos equilibrios para no caer en el pozo. Es un juego complicado en el que el final feliz varía depende a quién preguntes. Ángel no quiere críos, no quiere un buen curro, no quiere tener una casa o un coche guay, le da igual estar en Tailandia o en Cuenca … Él solo quiere escribir y sobrevivir, pero parece que el mundo no le deja, y eso lo toca los cojones, así que se toma su propia venganza.

Aunque pensándolo bien tu forma de narrar casi parece propia de la estructura de una canción de garage: esas pausas post-resaca, la aceleración de cuándo el personaje empieza a trazar sus planes, los riffs mayores insertados cuándo la acción se dispara en determinados momentos o esos coqueteos con el peligro que acaban en la cárcel. ¿No crees?

Narrar, al final, es darle un poco de sentido a lo que se nos pasa por la cabeza, no solo a uno mismo, sino a toda peña que conoces. Cuando haces una canción diría que esto también pasa. Es como cuando caminas por la calle con los cascos puestos y parece que nada puede contigo, cuando suena esa canción que te flipa y caminas como si fueras el protagonista de una peli sintiendo que el mundo está hecho solo para ti.

Iñigo Maraví Artieda. Foto: Laura Gómez Saldarriaga

En esta nueva novela conjugas algo tan tradicional en la literatura castellana como la picaresca con situacionismo underground y la comicidad propia de personajes de ficción (no necesariamente literaria) como ese simpático rey de la impostura que es el George Constanza de Senfield. ¿De dónde viene tal lluvia de influencias?

Vivir es escribir. No importa que no escribas una línea en tu vida. Un escritor lo es  mayormente por su forma de vivir, no solo por teclear delante del ordenador o por trabajar en Vice de redactor. A veces dices por ahí que eres escritor y lo primero que te preguntan es que si te han editado, quieren pruebas. No basta con mostrarlo, hay que demostrarlo. No he visto nunca que le pidan a un carpintero que enseñe los muebles que construye, o si los venden en Ikea o en Leroy Merlin. 

¿Son Carver y Salinger tus héroes literarios?. Aquí también hay pellizcos de Bukowski  (lo sórdido y las brumas etílicas) o (sin irnos demasiado lejos) del costumbrismo minimalista de Santiago Lorenzo en los párrafos más contenidos…

No tengo ídolos literarios. En cuanto a los pellizcos, yo diría que todos los escritores que lees  te acompañan durante toda tu vida, pero hay que filtrar un poco y hacer tuyo lo de los demás.  No me gusta la idea de idolatrar a  nadie, eso hace que quieras ser como ellos, y eso puede ser una trampa. Lo único importante es el estilo, el propio. Es lo que decía antes: vivir es escribir. Si te ciñes a eso al final lo que hagas puede ser cojonudo o una mierda, pero es tuyo. 

Hablando de impostura, ¿cada día que tomas el pelo al mundo es un día ganado? ¿Esto sirve tanto a políticos de alto standing como a ciudadanos de a muy raso pie?

Esto es ley de vida. Mira las calles. La peña se quiere salir siempre con la suya, y nos les culpo, ¿eh?  Al final , si rascas, creo que la moral es ya solo fachada. Frases como” lo mío es mío” o “tú a lo tuyo”  son mantras constantes. Hasta en el bus nos sentamos en el asiento del pasillo y miramos con mala cara si alguien nos dice que quiere pasar y sentarse.

El personaje de Pablo, ese compañero de piso de Ángel con trastorno obsesivo-compulsivo es todo un hallazgo. Supongo que escribiste sus líneas con algo más de cariño que con las del resto ¿no?

Pablo es ese colega que tienes  y que no sabes muy bien porqué es amigo tuyo. Le tienes cariño porque aunque lo odias un poco, aunque representa cosas y movidas  que detestas, sabes que en el fondo es un buen chaval que ha tenido mala suerte. La suerte a veces es crucial. Una vez un tío me dijo que la suerte no existía  y me dio tal ataque de risa que la cerveza se me salió por la nariz. Recuerdo pensar que vaya coñazo un mundo en el que la suerte fuera solo una invención. Hay  una gran maleta de cosas que te vienen por suerte, no todas claro, pero tiene un buen peso.

Los personajes femeninos también tienen un gran peso en la historia, y no solo como meras comparsas ya que la personalidad que demuestran es inversamente proporcional a la vulnerabilidad que suele manifestar Ángel ¿no?

Intento no hacer diferencias entre personajes femeninos y masculinos, lo intento. Pero el mundo en el que vivimos los diferencia constantemente, así que es inevitable mostrarlo. Me gustaría que no fuese así, pero yo no escribo sobre cómo debería ser el mundo, sino como es.

Foto: Felipe Hernández

Tu escritura viene muy salpimentada por condimentos de la cultura pop, hay música (esas menciones a bandas como Los Vigilantes, The Clash, King Khan and the BBQ Show…) e incontables referencias al cine y la literatura. ¿Al fin y al cabo es la traslación al papel de tu propio universo?

Todo lo que nos rodea en nuestra época es valioso a la hora de escribir. Es como si dices que tu colega bailaba como si fuera un Power Ranger metamorfoseándose. Ya con esto estás poniendo muchas cosas sobre la mesa. Se entiende que viste los Power Ranger de pequeño, que los mamaste. Dentro de cien años (si alguien lo lee) puede que no sepa qué leches es un Power Ranger y no entienda lo que quieres decir. Hay que tener cuidado con estas cosas. Algunos escritores meten a saco de cosas así y tienes que  leerlos mirando Wikipedia cada treinta segundos. Igualmente son cosas que te ponen en un lugar y época concreta. Si lo haces bien puede ser muy revelador, si lo haces mal puede ser un coñazo.

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