Hola Lis: "La tecnología es una maravillosa herramienta de conexión, siempre y cuando se use bien y en su justa medida"

Elisa Bernal nos cuenta cómo compuso las canciones de 'Primavera dosmilveinte'

Hola Lis. Confinamiento creativo.Foto: Guille Álvarez

La fructífera sintonía artística entre Eloy Bernal (Gabriel y Vencerás, Gúdar, Neleonard) y su hermana Elisa, que ya cristalizó en 2016 con la publicación del disco 'Tu Casa, Mi Casa' (El Genio Equivocado, 2016) de su proyecto conjunto Hibernales, ha cuajado de nuevo desde un punto de partida eminentemente doméstico. Aunque esta vez desde una posición obligada por el confinamiento, desde la que Elisa Bernal, bajo el nombre de Hola Lis y haciendo uso de su móvil, una guitarra y un puñado de composiciones propias que latían con fuerza por salir a la luz, acabó siendo sorprendida por Eloy, quien vistió a esas desnudas tonadas con arreglos y ambientes e invitó a varios amigos, músicos ilustres, para que desde sus propias casas y haciendo un uso constructivo de la tecnología pusieran la guinda a las canciones de un disco llamado 'Primavera dosmilviente'. Personas también confinadas en esta primavera de 2020 cómo James Milne (de Lawrence Arabia), Fermí Herrero (de Tronco), Alberto Montero, Clara Vinyals (de Renaldo & Clara) o Laura Antolín (de Doble Pletina) , entre otros, que colaboran en un disco que nació de la incertidumbre pero que ha trazado un camino propio que culminará con su edición física en cassette en septiembre de este mismo año.

Hola Lis.Foto: Guille Álvarez

¿‘Primavera Dosmilveinte’ no hubiera sido posible sin el confinamiento forzado o estas canciones tarde o temprano habrían visto la luz?

No habría salido el disco tal y como es, eso seguro. Ni las melodías, ni las letras, ni las emociones con las que las compuse habrían sido las mismas porque las canciones emergen en un contexto muy particular. Pero seguramente me hubiera lanzado a componer en un futuro más o menos cercano. El confinamiento simplemente aceleró algo que ya llevaba trabajando desde hacía algún tiempo: despojarme de inseguridades y aceptarme tal como soy. Esto fue clave. Solo necesitaba traspasar la barrera también en el terreno musical y, al hacerlo, nacieron ‘Farewell’, ‘El lápiz’ y ‘Un raig de llum’. En ese primer día no existía la idea de hacer un disco, solo la de satisfacer de una vez por todas y sin miedos mis ganas de componer y expresar a través de la música.

A pesar de su eminente carácter doméstico, es un disco virtualmente muy viajado (colaboradores desde nueve casas y cuatro países distintos). Esto evidencia que la tecnología y sus herramientas, bien usadas, pueden sumar e incluso aderezar procesos creativos ¿No?

No me cabe la menor duda. Soy de las que opina que la tecnología es una maravillosa herramienta de conexión, siempre y cuando se use bien y en su justa medida. En tiempos de confinamiento, estas colaboraciones no habrían sido posibles sin ella. Hemos aprovechado lo que nos ofrece. Formamos parte de los que tenemos esta opción, así que ¿por qué no hacerlo? 

Hemos creado música en distancia, eso tiene algo de mágico y le ha dado otro resultado al disco porque los procesos de creación han sido más solitarios e introspectivos. Además, seguramente han aparecido algunas colaboraciones que quizás no se hubieran dado, como la de James Milne de Lawrence Arabia. ¡Y puedo decir que una de mis canciones ha sonado en un estudio en Nueva Zelanda!

¿Qué crees que diferencia a estas canciones de todas las que han compuesto y tocado desde sus casas diversos artistas durante este reciente periodo de confinamiento?

En primer lugar, que dada mi falta de recursos, guitarra y voz están grabadas del tirón con el móvil, así que lo que salió en la primera toma se ha quedado tal cual. Por tanto, este disco cobra sentido y belleza también por sus imperfecciones. En segundo lugar, el hecho de que todas y cada una de las canciones cuentan con colaboraciones. Y, finalmente, que nace de mis vivencias, que son únicas e intransferibles. Si no, estaríamos hablando de otro disco.

Elisa Bernal es Hola Lis. Desconfinando a base de canciones. Foto: Guille Álvarez

El disco nació de forma tímida, pero, gracias a la ayuda de tu hermano Eloy, la cosa ha ido cogiendo una importante onda expansiva, que desembocará en su edición en cassette en septiembre de 2020. ¿Lo fraternal re-dimensiona su importancia en tiempos adversos?

Lo fraternal redimensiona la vida, así que también lo hace con la música. En este caso en particular, mi hermano Eloy es un gran músico y ha ido forjando muchas relaciones que, sin duda, han hecho que estas canciones hayan llegado a otro lugar. Su importancia sigue siendo la misma, porque al final yo hubiera compuesto igual, me habría hecho feliz y habría llegado a mi entorno. Pero gracias al esfuerzo de Eloy, con o sin confinamiento, hay más voces, arreglos, y un formato físico que llegará pronto de manos de Edita la Servidumbre.

Eloy presume de amistades ¿no? Lo digo por la nómina de colaboradores…

(ríe) Eloy me confesó que ya hacía tiempo que había tenido la idea de mezclar mi voz con la de otras artistas. Le pareció que este era el momento ideal para hacerlo y, como han salido diez canciones, son diez las personas que forman el maravilloso elenco de artistas, entre ellas mi propio hermano.

¿Lo de componer en varios idiomas parte de algún tipo de necesidad expresiva?

Al principio era un poco reticente a usar inglés por su monopolio en lo cultural… Pero al final vi que era absurdo luchar contra una necesidad expresiva que me salía de forma natural. El castellano, el catalán y el inglés son los idiomas con los que me muevo en mi día a día. Los recuerdos y personas de mi vida están vinculados mayormente a estos tres idiomas. Y el francés… ¡el francés se ha colado! Seguramente porque durante el confinamiento descubrí un temazo de Barbara Carlotti: ‘Pour la Nature. ¡Altamente recomendable!

Canciones como ‘Farewell’, ‘El Lápiz’ o ‘Un raig de llum’ cuadran perfectamente con el tono de las voces invitadas. Cada una con su matiz singular pero no desentonando con el empaque final del disco. ¿Los colaboradores iban dirigidos o su aportación ha sido libre e intuitiva?

Cuando mi hermano me pasó los archivos de estas tres primeras canciones ya con las colaboraciones, jugamos a un juego: ¿quién está detrás de ellas? Lo vi claro, deducción inequívoca. Si alguien tenía que estar en ‘El Lápiz’ era Alberto Montero; en ‘Un raig de llum’, Fermí Herrero; y así sucesivamente. Digamos que ha habido un target muy concreto para cada canción.

Una vez lanzada la propuesta, cada colaborador y colaboradora ha sido totalmente libre a la hora componer sus melodías en el cómo, en el dónde de la canción y en el uso de las herramientas. Cero directrices: ¡haz lo que quieras! Lo mismo con la producción. 

Por mi parte ha habido una confianza ciega hacia sus aportaciones antes siquiera de escucharlas. Y, sin duda, no me equivocaba.

Portada de 'Primavera dosmilveinte'

Tanto la portada de Conxita Herrero como el ambiente folk-pop de las canciones transmiten sensación de placidez. ¿Cómo has llevado el confinamiento? ¿Mirar hacia el interior para soltar lastre en forma de canciones resulta un proceso complicado para ti?

Creo que como casi todas: a veces peor, a veces mejor. En países como el nuestro, en los que no estamos acostumbrados a una falta de libertades tan bestia, ha sido complicado integrar y aceptar lo que estaba pasando y lo que nos estaban imponiendo. Es cierto que en mi caso me ha ayudado a acelerar esa sensación de sosiego y agrado conmigo misma, y me alegra que las canciones lo transmitan. De hecho, la portada de Conxita Herrero ilustra precisamente eso y la harmonía que se genera a través de esa sensación. Me quedé pasmada cuando Conxi me pasó el dibujo porque refleja de forma acertadísima lo que para mí significa este disco.

A tu segunda pregunta, la respuesta es rotunda: no. Todo lo contrario: la introspección y el generar música a partir de ella es un proceso de sanación. No diría que suelto lastre, sino que camino por mi carga vital para examinarla, entenderla y aceptarla, para luego soltar mensajes positivos de superación y de un presente en paz.

En ‘Al Pallars’ hay recuerdos, en ‘Homesick’ cierta desazón velada y en ‘Notre besoin d’amour’ anhelo y romanticismo… ¿Cómo es el material con el que compones tus canciones?

El material más inconsciente es seguramente toda la música que he consumido. Intuyo que especialmente la de músicas que son grandes referentes para mí: algunas que llegaron temprano a mi vida, como Jone Gabarain, Laetitia Sadier, Cat Power o Lisa Hannigan, y otras que llegaron más recientemente, como Riff Cohen, La Bien Querida o Yasmine Hamdan

El material que he utilizado conscientemente son lugares y personas de mi vida: los lejanos, los cercanos, los deseados, los amargos, los luminosos. He tenido tiempo para de forma totalmente proactiva viajar por esos recuerdos. Cogía la libreta y vomitaba por el lápiz las imágenes, las emociones y/o las reflexiones que aparecían, y lo alternaba con pruebas de melodías a la guitarra. De ahí que en ‘Homesick’ describa esa tierra lejana que amo y odio a partes iguales; que en ‘Aquella canción’ me cante a mi “yo” pequeña; o que en ‘Notre besoin d’amour’ reflexione sobre la importancia de la amistad.

Puede que en la ausencia de pretensiones se encuentre el gran hallazgo de este disco, lo que hace que miniaturas vainiqueras como ‘El lápiz’ o destellos hipnagógicos como ‘Aquella canción’ ganen enteros a cada escucha. ¿Que sientes cuándo percibes que una canción propia ha gustado?

Lo más bonito de la música es compartirla. Si no, sirve de poco (aunque de mucho al mismo tiempo). Me gusta pensar que las canciones generan sensaciones variopintas. Me flipa el hecho de que puedan llegar a conectar con un montón de vidas diferentes. Y, por supuesto, si recibo opiniones positivas, me pongo muy contenta. Me hace feliz saber que la gente lo disfruta. 

Ojalá pronto salga la oportunidad de hacer algún concierto, porque el directo siempre da otra dimensión a las canciones y a la relación que se crea entre quién está detrás de ellas y quién las escucha.