Los manuales son toda guía de instrucciones que sirve para el uso de un dispositivo, la corrección de problemas o el establecimiento de procedimientos de trabajo. En algunas ocasiones su requerimiento resulta accesorio y hasta obviable, pero en otros, donde el proceso es capital para un óptimo resultado final, su manejo resulta imperativo. Tal es el caso del 'Manual de fotografía' (El Genio Equivocado, 2016) recién publicado por Hans Laguna, un disco cuyas canciones son instantáneas que capturan, desde diferentes ópticas pero con una estética bien definida, un determinado momento vital. Un trabajo redondo y sin fisuras, cuya aparente economía de medios esconde representaciones muy poderosas y que es capaz de captar la atención del oyente desde el momento en que 'Camisa hawaiana', una deliciosa polaroid en sepia, inicia el revelado de estas diez imágenes sonoras que se fijan en el pentagrama con firmeza y exponen todo su sentido gracias a una gran coda final. El barcelonés ha probado con casi todo en esto de la música, desde composiciones que acompañaban a piezas teatrales hasta paisajes sonoros para obras poéticas y 'Manual de fotografía' es su cuarto álbum de estudio, un trabajo en cierta manera conceptual pero siempre dirigido por las canciones, con el que ha intentado "aprender a capturar la luz, hacerme más sensible a ella".

Dijo el fotógrafo australiano Trent Parke: "Estoy siempre persiguiendo la luz. La luz convierte en mágico lo ordinario". Es posible que Hans Laguna haya pretendido acechar este anhelo, aunque como él mismo nos cuenta, su intención ha sido la de positivar una instantánea de lo cotidiano: "Creo más bien que en todo lo ordinario ya hay luz, solo hay que aprender a mirar para poder encontrarla… Suena muy new age, pero es una idea que intento aplicar en mi día a día desde hace un tiempo. En el plano musical, pues sí, por mucho que quieras que sea de una determinada manera, un disco acaba siendo una especie de álbum de fotos de un momento de tu vida. Es algo parecido a cuando, por ejemplo, te sacas una foto para el DNI: puedes esforzarte por poner tu mejor cara, pero si la miras bien verás que la foto ha capturado algo de ti que se te escapa". La luz es muy importante para darle un sentido final a todo (nuestra forma de ver las cosas, de percibir, de interpretar...), pero el músico barcelonés ofrece ciertos matices a esta idea, "No estoy seguro de lo que dices… Pero sin duda la luz ha sido un concepto fundamental a lo largo de la historia, y a todos los niveles: religioso, artístico, científico… Hay un libro que recomiendo, 'Capturar la luz' de Arthur Zajonc, que hace un gran repaso histórico y explica muy bien su importancia", comenta.
Entre las diez canciones del disco cohabitan algunas de minutaje relativamente corto, 'Camisa Hawaiana' o 'Mi nariz', con otras que se alargan hasta sobrepasar los siete minutos, como 'Año de luz' y 'Bienvenido'. Como si cada una necesitara su tiempo de exposición más apropiado. "Me gustaba la idea de empezar el disco con 'Camisa hawaiana', una canción muy cortita, una especie de prólogo en forma de haiku… El resto de canciones quería que duraran unos tres minutos, más cortas que las de 'Deletrea', mi disco anterior, para que todo fuera más ligero... Pero al final se me colaron un par de temas bastante largos, sí. Me siento muy cómodo en ese tipo de canciones parsimoniosas, que obligan a tomártelo con calma. En el dhrupad, una música de la India en la que llevo un tiempo muy metido, las canciones suelen durar treinta o cuarenta minutos, así que nadie debería quejarse de las mías", observa.
El sonido del disco equilibra con mucho sentido el talante de cierta música tradicional con un atrezzo propio de las canciones pop: algo de country&western por aquí, música latinoamericana por allá, psicodelia, coros shalalá...Una de las condiciones a defender era que la mezcla no rompiera la temperatura del álbum, "De forma natural me salen arreglos de diferentes estilos, y suelo tener miedo a que cada canción parezca de un padre diferente. En esta ocasión me he preocupado especialmente de que el disco entero tuviera una coherencia interna, y a juzgar por lo que se está diciendo de él, parece que se ha conseguido. Gran parte del mérito la tienen los productores, Cristian Pallejà y Ferran Resines, (de los Estudios Caballo Grande) que han conseguido crear una atmósfera de sonido homogénea". También hemos podido leer que una de las virtudes de Hans Laguna es que no tiene un estilo definido, "En una crítica que ha salido del disco decían que mi estilo es precisamente la falta de estilo…Pero yo no lo veo tan así. Está claro que no hago canciones como Los Ramones, y que busco cierta variedad, pero me muevo dentro de unas coordenadas bastante delimitadas. Hay músicos por ahí con una mentalidad mucho más abierta que la mía, capaces de mezclar elementos de forma más atrevida…En el fondo, soy un maldito burgués conservador", comenta con cierta ironía.
Con un disco cuyo concepto - o mejor dicho leit motiv - aparece claramente definido desde su título y portada, realizada por Agnès Wo e inspirada en las primeras pruebas fotográficas de William Fox Talbot, es interesante conocer en que posición real se encuentra Hans Laguna frente a la fotografía; si es realmente un aplicado aficionado a esta disciplina o si su intención al grabar este álbum era la de perseguir una idea poética determinada. "En una época me compré una cámara buena, hice un curso y me pasaba el día sacando fotos y revelándolas. Con la llegada de la fotografía digital perdí ese interés. Bueno, ahora hago veintisiete mil fotos, pero con el móvil, y van directas a una carpeta del disco duro que nunca abro... Mi interés por la fotografía es más bien teórico. Descubrí su importancia filosófica gracias a los textos de Walter Benjamin, más tarde me interesé por Fox Talbot, Herschel y otros pioneros...Cuando estaba gestando el disco me encontraba leyendo sobre estos temas y decidí que el hilo conductor iba a ser el de la fotografía, una metáfora que tiene mucho juego", concluye.