Gog y Las Hienas Telepáticas / Triad

Gog y las Hienas Telepáticas.
Portada de 'Triad'

A ver si empezamos a poner las cosas en su sitio: Gog Y Las Hienas Telepáticas son uno de los mejores grupos de rock que tenemos por estos lares. Dicho queda. También me enorgullezco de conocer a uno de sus componentes, Luis Boullosa (aka Cowboy Iscariot en Gog, y aka Broke Lord), músico y escritor de ensimismado fraseo, y mejor persona. Pues bien, los Gog son una cosa muy seria, repito. En el excelente blog de Coronel Mortimer ('La Muerte tenía Un blog') explican como nació el proyecto, y el tema toma unos tintes de ritual pagano mezclado con elixires varios: Gog nace en 2011 a raíz de un ritual satánico que salió mal. Un grupo desconocido de gente oriunda del extrarradio pontevedrés trataba de invocar el espíritu de Robert Johnson y abrieron una grieta en el espacio/tiempo abisal de la que emergió Gog. Por casualidad, cierto día Joao Avalanche y Cowboy Iscariot trasegaban licores en una tasca de la costa del Morrazo cuando Gog se les apareció, trastocando sus mentes para siempre y obligándoles a montar una banda que les llevara al mayor de los fracasos conocidos, para su mayor gloria". Por suerte esta alteración de personalidad por obra y gracia de Gog devino en una de esas imposturas que saben a gloria y a óxido.

 En su tercer trabajo 'Triad' (Gog Artifacts, 2017) los gallegos creo que mejoran con creces su caligrafía sonora, siendo esta mucho más orgánica, expansiva, y permeable a las mutaciones. Ellos dicen que han conseguido su disco más punk, pero entendido este término como la capacidad de ir cohesionando un sonido siempre en fuga. Un trabajo que se abre con el saxo alocado de Eddy "Thunder" Ponce en 'Needles', que me recuerda a una conexión bastarda entre James Chance y la No Wave, mientras las guitarras trepanan los oídos. En la preciosa 'Prowler' (cantada por Cowboy Iscariot) el bajo toma las riendas, y conduce la espiral hacia ritmos incluso bailables, mientras que en 'Angel' el recuerdo a Hüsker Dü prevalece y en esa guitarra resuenan los primeros Suicidal Tendencies (aunque más relantizados y ¿prog?). Acaban escalando una cima inalcanzable para muchos, 'Scream', una sinfonía de rock libérrimo, de electricidad incandescente y esquiva que pudiera ser la versión stoner del doom metal de Orthodox. Una joya.