"Yo voy cantando, viajero, a lo largo del sendero", así se perfilaba Antonio Machado en sus Proverbios y Cantares, amable pero firme en su afán por reconducir la sabiduría popular y utilizarla como vehículo para poder comunicar su ideario al lector llano. Daniel Magallón abandonó el dulce segundo plano de la guitarra eléctrica en formaciones como Joder Around o Silvia Coral y Los Arrecifes, para tomar la voz cantante, en el más "machadiano" de los conceptos, y fundar su proyecto más personal, Flamaradas. Banda de líder visible y reconocible que se complementó con compañeros de viajes y senderos como Germán Carrascosa, ribeteando con las guitarras, Daniel Granados marcando el paso a la batería, Nacho Gago apuntalando con el bajo y Raúl Navas coloreando con sus teclados. Todo ello arrumbado por los coros de las Llamitas, Eli Lloveras y Lorena Álvarez, quienes demostraban ser capaces de hacer los coros con mucho arte a cualquier rumba catalana que se les pudiera poner por delante. Equipo humano de alta fidelidad que ayudó a dibujar el 'Pasaje entre las cañas' (El Genio Equivocado/Producciones Doradas, 2015), primer álbum de Flamaradas, uno de los mayores acontecimientos que le han sucedido a la música popular en castellano de un tiempo a esta parte. Disco que, casi sin pretenderlo, se ha convertido en un referente de lo genuino, paisaje difuminado pero real donde se entremezclan los suburbios y lo rural, y que ocupó su lugar entre los favoritos de esta revista en 2015.

Aún así y con todo, parece que Flamaradas se encuentra en una especie de tierra de nadie dentro del panorama musical de este país. Una situación que probablemente le otorga a Dani Magallón una mayor libertad a la hora de maniobrar. "Todo lo que hago es porque me da la gana o porque así lo creo conveniente. No entiendo otra forma de hacer y cuando he hecho cosas deliberadamente para gustar a este o a aquel o para parecerme a no sé quien, es cuando la he "cagado". Creo que estoy en una posición que me lo puedo permitir, pues en esto de la música actual hay tan poco para ganar como para perder". Nos comenta el propio Dani, en sintonía con aquella máxima de Woody Allen: "No conozco la clave del éxito, pero se que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo".
André Breton utilizaba la escritura automática de manera que pudiera "asaltar las minas del inconsciente para hacerse de un discurso poético que rebasara el orden estético, social o moral establecido”. Dani Magallón echa mano de ciertos recursos del surrealismo y los automatismos líricos para cantar las letras de canciones como 'Gaviotas blancas' o 'Triceratops', capaces de pillarte en pleno tarareo mientras la imaginación se dispara hacia cien rincones distintos. Pero sus maneras de hacer también tienen mucho de costumbrismo. "Me gusta mucho el surrealismo. La escritura automática, los cadáveres exquisitos y todos esos mecanismos para hacer aflorar lógicas que sólo existen en lo irracional. La mezcla del costumbrismo y el surrealismo creo que es una cosa muy española del 27, o al menos muy "lorquiana". Y eso es algo que también me gusta".
El orgullo de extrarradio siempre se ha asociado con cosas como Estopa, el hip hop cañí y, por otra parte, en el caso de las maniobras de cantautor que toca varios géneros por capricho, con, por ejemplo, Joaquín Sabina. Parece que una de las misiones de Flamaradas es la de acabar de un plumazo con estos estereotipos referenciales. "Creo que esa caricaturización del extrarradio no le hace ningún bien. Yo soy de un pueblo del cinturón industrial de Barcelona pero en cuanto tuve oportunidad me largué de ahí y no he vuelto hasta hace cuatro años. Quizás eso me ha permitido ver mi propio contexto con ojos de extranjero", argumenta con conocimiento de causa. "En este caso he utilizado la periferia como un telón de fondo, de la misma forma que sale New Jersey en los discos de Bruce Springsteen (para que se entienda). Pero no lo he querido poner en valor. No siento ningún orgullo por ser de donde soy pero tampoco me parece mal. Es el sitio que conozco y donde mejor puedo ubicar mis canciones."
[pull_quote_right]He utilizado la periferia como un telón de fondo, de la misma forma que sale New Jersey en los discos de Bruce Springsteen[/pull_quote_right]
Eso sí, la versatilidad estilística de Flamaradas anda bien lejos del "sabinazo". "En cuanto a eso que comentas de pasar por varios estilos es una cosa muy pensada. A mí también me horroriza esa idea extendida entre ciertos cantautores patrios de: hago una canción a Chavela Vargas y es una ranchera o hago una canción como para jóvenes y le pongo un ritmo ska (también para que se entienda). Pero en cambio veo músicos foráneos que son capaces de mezclar estilos muy dispares en un mismo disco de una forma que me fascina. Estoy pensando en el 'Kiko' de Los Lobos o alguno de Giant Sand o de Tom Waits. Los Beatles, de alguna manera, también lo hacían. Escucha el Sgt. Pepper's y verás que cada canción es de su madre y de su padre. Lo que no sé es porqué no se hace más."



Al vivir y ser del cinturón industrial de una gran ciudad es inevitable componer canciones como 'El puño piensa'. El componente autobiográfico y el contexto vital también pesan, y mucho. "Vengo de una familia profundamente politizada. Mi abuelo perdió una guerra, mi padre militó muchos años en el PSUC y mis primeros contactos con el "rocanrol" fueron leyendo la sección de música del Mundo Obrero, que era la única revista que entraba en mi casa. Eso es de donde vengo, pero tampoco creo en sacar la bandera a cada momento, ni hacer de eso el principal ideario de mi carrera musical. Odio el panfletismo. Lo único que, claro, de vez en cuando la cosa sale y tampoco lo quiero reprimir. De hecho esa canción viene de un recuerdo infantil. De cuando mis mayores se hacían una foto y levantaban el puño para escenificar su posicionamiento político. Yo, con mi mirada de niño, los veía como si fueran superhéroes. Sólo eso."
[pull_quote_right]Veo músicos foráneos que son capaces de mezclar estilos muy dispares en un mismo disco de una forma que me fascina[/pull_quote_right]
Con ese ADN proletario y en cierta manera, reivindicativo, es inevitable pensar que canciones como 'Pasaje entre las cañas' o 'Un sol diferente' podrían ser odas a los invisibles o a los que no tienen apenas voz. "Seguramente. En especial la última. Quiero creer que todas las personas del mundo sentimos cosas parecidas, que nos angustian miedos similares y que todos nos engañamos con esos pobres sueños que hacen que nuestro tránsito por los días sea más llevadero. De eso va."
Kiko Veneno ha comentado en alguna ocasión que solía llevar un libro de poemas de Miguel Hernández en la mochila. Dani Magallón, gran seguidor del autor de 'Échate un cantecito', no le quiere ir a la zaga. "Yo, más que un libro llevo un disco de Kiko Veneno. Eso sí que me inspira. Pero sí, si que llevo libros de poemas en la mochila. Últimamente el que nunca sale de la bolsa es uno de Antonio Machado."
También han llegado a comparar sus paisajes sonoros con los escenarios y personajes que retrataba Juan Marsé en sus novelas. Probablemente el "pijoaparte" no sea, todavía, una especie en extinción. "Si te refieres a esas personas que siendo de origen humilde aspiran a conquistar la gloria seduciendo a una mujer rica, supongo que sí que existen. Lo que me parece más trasnochado es la figura de Teresa. No sé si ahora las "burguesillas" se sienten atraídas por los chavales de los barrios. Me da la impresión de que la periferia ha perdido ese aura romántica."
Dani Magallón llegó a comentar en otra entrevista: "Yo veo a grupos que ahora se ponen a hacer canciones en castellano y les faltan referentes. Me resultan muy ingenuos". Suponemos que es porque opina que hacer una buena canción en castellano es tarea harto complicada. "El castellano tiene unas características, no se si métricas o de sonoridad, que hacen que nos resulte más difícil hacerlo sonar bien dentro de una canción pop. Al menos de entrada, y siempre si lo comparamos con las canciones en inglés. Pero si rascamos un poco podemos encontrar infinidad de cantantes que se han buscado la vida para que sus canciones funcionaran y han creado un montón de recursos. De lo que me quejaba en esa entrevista es de la falta de miras de algunos grupos actuales que haciendo unas letras bastante vergonzantes son incapaces de rectificar por un desprecio hacia las formas de hacer del pasado ya sea en el pop o en la música tradicional. Yo por el contrario copio mucho", explica sin remilgos.
[pull_quote_right]Mi voz es muy particular. De hecho yo nunca había cantado porque no me gustaba mi voz. La encontraba muy angulosa y recia[/pull_quote_right]
'Pasaje entre las cañas' es un álbum musicalmente muy cuidado y dónde existe cierta versatilidad estilística, con momentos más tranquilos que viran al folk y otros más enérgicos. Al final es el protagonismo de la voz de Dani Magallón lo que unifica y tonifica todas las canciones. "Mi voz es muy particular. De hecho yo nunca había cantado porque no me gustaba mi voz. La encontraba muy angulosa y recia. Poco a poco la he ido domando, y al haber incorporado dos coristas a la banda, la cosa de las voces queda más dulcificada. Pero es verdad que mi voz condiciona mucho el resultado de las canciones", comenta.
Sin hacer casi ruido el primer álbum de Flamaradas no ha dejado de recibir elogios y ocupar rankings de lo mejor del año. Parece que el boca a boca y la presencia en los 'charts' ha provocado que la posición de la banda ya esté más definida dentro de la escena. Aunque a Dani Magallón le es un poco indiferente. "Es una cosa que me da bastante igual. Agradezco mucho las buenas críticas y la difusión que esta teniendo el disco. Pero lo que realmente me mueve es comprobar que mis canciones están calando entre el público. No hay nada más gratificante como que la gente se te acerque después de un bolo y te comente emocionada algún momento del disco o la letra de alguna canción. Cuando eso sucede todos los esfuerzos quedan compensados".