Es la primera vez que Maria Coma defiende su repertorio en Valencia y tiene que ser para abrir un festival, en concreto la tercera edición del Deleste Festival. "La experiencia ha sido muy buena. He tenido mucha suerte", confiesa horas después de terminar su concierto en el que ha estado acompañada por Pau Vallvé tocando la batería.
La músico catalana llegaba a la capital valenciana para presentar su cuarto disco titulado 'Celesta' (Amniòtic Records, 2013) en la parte final de la gira que le ha llevado a visitar distintas ciudades españolas. Para alcanzar este punto ha tenido que recorrer un camino aparentemente largo: "Empecé a tocar el piano con 6 años y en la adolescencia dejé de estudiar Clásico para tocar con grupos. Estudié Jazz y Música Moderna porque me interesaba más la composición y la improvisación. De hecho, al comenzar a estudiar jazz me empezó a interesar mucho. Y de ahí me puse a componer mis propios temas, grabar y realizar conciertos. Primero con u-mä, un proyecto compartido con Pau Vallvé. Luego comencé con mis discos en solitario y combinando giras y albumes".
En la música de Maria Coma destaca la ejecución de los teclados, el empleo de los loops y su registro vocal. "Pretendo que mi música sirva para mí.[pull_quote_left]Al estar en Berlín me encontré más aislada y escribiendo letras a gente que echaba de menos, que quería o que no quería. Lo hice sobre todo para mí y si tenía ganas de decirle algo a alguien[/pull_quote_left]Luego cuando la enseño le va a llegar a una persona de una manera u otra. Cada uno la acaba interpretando según su experiencia vital. Lo que si me gustaría es que ayudara a la gente de alguna manera", explica.
Para componer su último disco, aprovechó la obtención del premio Puig-Porret 2012 para marcharse tres meses de invierno a Berlín y aislarse frente un piano. "Necesitaba irme fuera de España, y Berlín era la ciudad en la que mejor me sentía en ese momento. También porque tengo amigos allí y había tocado con el disco anterior varias veces. Me sentía muy cómoda en la ciudad. Y a parte porque me inspiraba mucho. El proceso compositivo fue muy curativo para mí", argumenta.
La inspiración en la ciudad alemana le llevó a componer un álbum en el que cada canción está dedicada a una persona diferente. "No fue algo intencionado", puntualiza. "Al estar en Berlín me encontré más aislada y escribiendo letras a gente que echaba de menos, que quería o que no quería. Lo hice sobre todo para mí y si tenía ganas de decirle algo a alguien", explica. De hecho, el título del disco hace referencia a su contenido: "La elección del nombre se debe a varios motivos: uno es la esfera celeste virtual y metafórica de lo que yo pensaba en Berlín mientras componía para diferentes personas. La esfera celeste donde están todas las estrellas como si pudiera ir viendo a cada persona. También porque construimos un instrumento basado en el sonido de la celesta".
Ese instrumento es un piano-celesta de estilo Baschet llamado Clavi-nimbus elaborado junto al Taller de Escultura Sonora Baschet con el que precisamente ganó el premio Puig-Porret. "Es hermoso y muy atrayente, muy delicado a la vez. Es especial. Para tocarlo tienes que estar muy presente, muy atento a cada mecanismo porque es delicado", destaca. Una delicadeza sonora que podría considerarse terapéutica. "Es una cosa muy bonita y que me encantaría. La música cuando es terapéutica tiene un sentido", sostiene.