Dentro del universo pop estatal, nadie como Abel Hernández, El Hijo, ha sido capaz de reinventarse tantas veces de forma tan extrema y salir siempre bien parado. Sus nuevos proyectos incluyen un disco remezclas al que han querido aportar su enfoque personal Zednànreh Lebâ, David T. Ginzo, Sacco <> Vanzetti, Somos La Herencia, Dani Núñez y el propio Abel Hernández, donde pop, electrónica experimental y todo lo que el gran angular de sus canciones permite es absorbido bajo la forma de los imprevisible. Canciones con hasta una década de vida que forman parte de un repertorio propenso a la mutación al cubo, del que El Hijo dará buena cuenta en dos próximas fechas en directo, compartiendo cartel junto a Tórtel: el 8 de febrero en Madrid y el 15 en Valencia.
Cada vez más ambicioso e insular en su propuesta, su redefinición de los códigos pop en materia electrónica le ha empujado a terreno virgen. Uno donde se aventura a preñar de significado nuevo una música que juega en la liga de grandes como Arca o Burial. No en vano, hasta la publicación de su nuevo disco de remezclas, tanto 'Fragmento I' como 'Dentro' siguen siendo sus últimas referencias: dos piruetas mortales para las que Abel ha rehuido de redes salvavidas. Transgresión con propósito final sobre la que nos habla a continuación.

Al igual que en los EPs de Disco Inferno o A.R. Kane, se palpa de 'Dentro' es muy meticuloso, un trabajo que necesita una dedicación especial y de tiempo. ¿Cuánto te ha llevado?
La historia empieza más o menos cuando me traslado de Madrid a Gijón a vivir. En parte, harto de la ciudad, y de los tributos que tengo que pagar, sobre todo, en su forma de gentrificación. Hay un momento en el que tengo bastantes problemas de dinero y decido irme a un lugar más barato y más amable, con mar. Aunque alguna vez se ha publicado por ahí que soy asturiano, no lo soy. Pero me gusta mucho, y he tenido mucho contacto con Gijón en estos últimos 25 años.
En Gijón viví una situación de bastante aislamiento. Debido a mis dificultades económicas, que me obligaba a no poder disfrutar mucho del ocio y demás. Llegas a una ciudad nueva, donde la gente ya tiene su vida, sus ritmos, amistades.
Esa situación de cierto aislamiento junto con otras circunstancias personales me llevaron a refugiarme en la música. En una música que plasmara lo nocivo de las circunstancias más o menos comunes de la llamada "crisis", de las nuevas formas de vida y de cultura derivadas de un momento histórico marcado por el imperio absolutista del capitalismo global, y por Internet, y todos sus derivados. Y en una música que me resultara nueva, que oliera a futuro.
En Gijón me encontré una manera nueva de hacer música. Llevaba mucho tiempo cansado de ciertos sistemas que llevaba utilizando. Especialmente en la composición, la letra, y estar casi siempre apoyado en la guitarra arpegiada acústica, y todos estos entramados que conlleva. Y, por otro lado, después de 'Los Movimientos', de 2012, que fue el disco que hice antes te irme a Gijón, también me planteé que esa mirada a la canción de autor, pasado por los psicodélico, con una mirada a cierto tejido híbrido.
Me hizo pensar sobre ello pensamientos sobre lo retro, en gran parte motivadas por la escritura de mi blog. El blog me ha movido en muchas cosas. Cuando escribes sobre algo que te interesa, te transforma en alguna manera, te hace pensar en otras posibilidades. Mi práctica más o menos semanal en el blog ya influyó mucho en 'Los Movimientos'.
También llevaba mucho tiempo queriendo cambiar de DAW (estación de trabajo de audio digital para la grabación y edición de audio mediante un software de edición de audio). Ableton es diferente a las demás DAWS. Te provee de diferentes sistemas más orientados a componer produciendo que a la grabación en un estudio virtual. Apendiendo Ableton, me centré en trabajar más con el ordenador y en trabajar más produciendo directamente. En vez de estar componiendo y luego produciendo, elegí ese traslado hacia la producción, a trabajar con el sonido, con el diseño de sonido, con beats, ritmos hechos de diferentes maneras a partir de la programación de estos. Fue una temporada de bastante aprendizaje y muy excitante. También fue muy frustrante porque no controlaba del todo estas nuevas maneras de trabajar. Lo que estaba haciendo era cercano a lo que había hecho como productor de proyectos ajenos, pero no como compositor de cosas propias.
Desde el punto de vista de la industria musical me encontraba en una situación desangelada, también por decisión propia: sin sello, en un punto de autoedición, tampoco tenía tiempo para dedicarle el tiempo suficiente a la parte más logística de mi música. Estaba sin tocar, sin banda. Todo fue bastante delicado, en todos los sentidos. Sobre todo desde el punto de vista psicológico, anímico. Para bien y para mal. Bonito, delicado y chungo, pesadillesco, por momentos. Pero bueno, durante esa época trabajé mucho, generé muchísimo material. Tengo la buena costumbre, creo, de cuadrar casi todo. Y más o menos no tenerlo muy ordenado. Y he podido tirar de ahí. En ese momento llegó la propuesta de Discos de Kirlian de hacer algo con él.
A partir del momento en el que yo estaba, aquello derivó en 'Fragmento I', que para mí significaba el principio de un nuevo momento en mi música. A partir de ahí, he encontrado una manera de trabajar que he continuado en 'Dentro'.
¿Un cambio tan extremo no era merecedor de un cambio de nombre artístico?
He decidido no cambiar el nombre artístico, aunque podría haberlo hecho perfectamente. Aunque el centro de las cosas ya no está en el mismo lugar, he decidido que esto puede seguir llamándose El Hijo. Por otro lado no renuncio del todo a la composición de otras formas. De hecho, me apetece mucho hacer en el futuro un disco de guitarra y voz. Pero tengo que encontrar el momento y la necesidad, y ahora estoy mucho más hechizado por otras formas que me acercan a determinados aspectos de la música experimental, el latido electrónico.
Uno de los aspectos que más me interesan es tu concepto de deconstrucción del ritmo. ¿Hay alguna finalidad en esta fijación? Un poco como Arca.
Sí, me interesan las cosas que insinúan, que repiten mucho algo y luego se interrumpen bruscamente sin saber muy bien por qué. Que se asoman y se van. Personajes que entran a escena. Mecanismos que se desvelan en cierto momento pero luego desaparecen. Por lo general no me interesa demasiado lo previsible.
Música muy física, como en tu anterior LP, algo a un sonido geográfico, descriptivo de una naturaleza en movimiento, como Ben Frost...
Creo que este es el mismo camino en el que llevo andando desde siempre. De hecho, hay una reflexión que también he hecho en alguna entrevista que me hace pensar en lo que hago. Porque tampoco es que le dé demasiadas vueltas.
Uno de los motores que me impulsaban era regresar al punto en el que empecé a hacer música. Yo empecé a experimentar con la grabación, que fue hacia el año 94 o 95, cuando me compré un cuatro pistas de segunda mano, y empecé a hacer experimentos con ello, de muy diversos tipos. Parte de esos experimentos acabaron apareciendo en el primer disco de Migala y otras cosas no. Parte de esas cosas eran a partir de cajas de ritmo, teclados y cosas así. Como samples sacados de forma muy burda, y una cosa que de aquella yo llamaba cuñas, que eran como pequeñas piezas bastante collage, un collage sonoro de diferentes elementos. Quería volver no tanto en la forma ni en la precariedad de esa forma, pero sí en ciertas limitaciones que tenía cuando empecé. Y también partiendo de perder de vista ciertos condicionamientos de estilo y demás. En ese sentido, todo ese periodo gijonés, que ha continuado y se ha expandido luego al volver a vivir a Madrid, fue algo en lo que trabajé de manera muy inconsciente, la experimentación y lo que me proporcionaban los nuevos mecanismos.
También estaba muy influido de escuchar cada vez más música no rock, (aunque sin dejar de escuchar rock del todo tampoco). Siempre he sido bastante omnívoro en ese sentido, pero, en los últimos años, sobre todo me interesa cierta música electrónica, centrada el ruido, lo experimental, el paisaje sonoro y muchas otras cosas. Música basada en los procesos de producción. Evidentemente, Ben Frost y Arca, que mencionas, son dos de muchos artistas que me interesan muchísimo.
Al mismo tiempo sí que me he trazado una especie de hoja de ruta a muy largo plazo, que, al fin y al cabo, no es más que una zanahoria que me pongo delante para no anquilosarme y tener una maldita finalidad. Hay una continuidad, por eso 'Dentro' no es un "fragmento 2", pero si tiene una continuidad con el anterior disco. Pertenece al mismo mundo. Esto es el comienzo de una cosa más grande que espero desarrollar a lo largo de los años. Aquí hay un relato que no va a ser conexo del todo.
"El disco lleva grabado prácticamente un año y medio"
Estoy trabajando en una serie de ideas, lo que pasa es que mi ritmo es mucho más lento de lo que yo pretendía. Por eso acumulé una gran cantidad de energía. Por ejemplo, este disco del que estamos hablando (Dentro) cuando salió llevaba grabado un año y medio largo. Ahora mismo, hace ya dos años que se había ultimado su mezcla, que dejé en manos de David T. Ginzo, que le encantó lo que había grabado, y me pidió terminar de mezclarlo. Le llevó mucho tiempo hacerlo, pero valió la pena, porque de aquella, yo estaba bastante agotado y, la vez, empezando a componer otras cosas, y necesitaba alguien que finalizara aquello. David es una de las pocas personas en que sé que me puedo fiar en ese sentido. Lleva mucho tiempo compartiendo la música conmigo y me entiende y conoce mis flaquezas. Somos miembros de la misma iglesia.
Desde el plano de vista industrial, ha habido una especie de travesía en el desierto porque ya no me veía con fuerzas ni ganas de autoeditarlo. Soy muy partidario de la autoedición, pero finalmente tuve una propuesta muy buena de Intromúsica para sacar ese EP con ellos junto con unos vídeos. Y estoy muy contento de haber tomado esta decisión. He tenido un parón motivado por la necesidad de encontrar un sitio, si volvía a hacer un crowdfunding como con 'Los movimientos', si me iba con un sello u otro. Entre unas cosas y otras estuve más de un año en el limbo desde el punto de vista de publicar, tocar y demás, pero durante ese tiempo también pude trabajar en un LP que estoy acabando ahora y tendrá una conexión estilística y conceptual con estos dos EPs recientes y que, en principio, debería salir este año.
¿Qué supuso para ti trabajar en el sonido de una serie como "La zona"?
Siempre aprendes de trabajar con otras personas. Olivier Arson tiene una manera de entender el sonido muy interesante. En cuanto a los trabajos en que he colaborado con él (en 'Que Dios nos perdone' o 'La zona'), no se trata de una producción musical al uso de un disco. Yo soy más bien una especie de copiloto porque todo el viaje lo he hecho con él, subido a su coche. El que va conduciendo es él y yo soy como un copiloto de rallys: le voy diciendo ojo, curva a la derecha, ojo, se te cruza una vaca, ojo, vas demasiado deprisa. Frena. Y si el coche está atascado, lo empujo. Y si él necesita dormir un poco en algún tramo fácil, incluso llevo el coche un ratito.
En tu música siempre ha habido un fuerte componente cinematográfico. Por ejemplo, el arranque de 'Segismundo' me transporta directamente a 'Twin Peaks'.
Mucha gente me ha mencionado en este caso a Badalamenti. Y David T. Ginzo y otras también asocian la intro de 'Segismundo' con el principio de algo muy lyncheano como es la intro de 'Outside' de Bowie, algo que no tenía en mente porque es un disco que no había escuchado mucho, la verdad, pero que cuando me lo han dicho he visto que tiene sentido totalmente.
Lynch es una influencia capital en mi vida y en mi música, sin duda; el diseño sonoro, el contraste entre belleza casi kitsch y atrocidad. Tengo una tendencia barroca cuando escribo, incluso cuando hablo. Pero aquí la vía consciente es conceptual. Hay como una serie de ideas, un relata, una narración. Aunque esa narración está más hecha de conceptos que de una trama narrativa al uso.
El ideal de traducir la espeleología sonora en un concepto de canción libre, pero 'canción' al fin y al cabo.
Si pienso en términos de El Hijo la canción, ciertos versos que cantar, casi siempre se acaba colando de alguna manera. Es algo ante lo que me he resistido en algún momento y que finalmente he tenido que aceptar. Para evitarlo tengo que estar en otro proyecto donde eso esté explícitamente prohibido.
En 'Dentro' hay una voz femenina muy narrativa. Una crítica muy poderosa que bien podría ser un guión de 'Black mirror'. Exhibición de atrocidades, una referencia a los futuros distópicos de J.G. Ballard.
Sí, hay conexiones, sin duda. Pero me gustaría que cada uno jugara su propia aventura al escuchar los discos.
En 'Dentro', esta voz femenina cobra mucho peso.
Considero que poder prescindir de mi voz es otro de los pasos hacia delante. Trabajar con otras voces. Porque, además, facilitan narrar desde otros personajes. Claro, que mi voz puede representar distintos papeles (y lo ha hecho y lo hace), pero me interesa mucho jugar sonoramente, producir, voces distintas, con otras características físicas. Es un camino en el que me gustaría experimentar más en el futuro.
Y también es una forma de salir del cantautorismo más limitado de yo canto mi propia canción (que tiene su sentido, desde luego, pero no para mí en el momento en el que estoy). Y también, de ese punto rock de la "carrera" unida a una voz y a una imagen. El travestismo y el rollo drag me llama poderosamente la atención.
Por último, hay un asunto, poco claro, que tiene que ver con el disfraz, la multiplicidad de yoes, el camuflaje en el anonimato de la red, y demás. Esto no puedo explicarlo más, de momento.
¿Qué diferencias encuentras entre los dos fragmentos?
Están muy pegados, porque, como digo, en realidad no hubo tanto tiempo entre la entrega de 'Fragmento I' y la producción de 'Dentro'. De hecho, 'Playa' es una canción que estaba hecha para 'Fragmento I', pero no esta terminada. Si me pides una diferencia, usaría lo de Dylan: 'Dentro' es más joven que 'Fragmento I'.
Cada nuevo disco brota como una respuesta al anterior. Así, si la exuberancia física de 'Exteriorización del cuerpo astral' (2012) rompía con la acústica evocadora de 'Madrileña' (2010).
Sí. El cambio es un motor creativo. El movimiento de un lugar a otro. Poner en acción lo pensado, experimentado en el plano de las ideas o de la escucha (estar escuchando música que suena o se hace de otra manera y tomar nota de posibilidades que probar). En ese sentido, creo que es música experimental. En el de música que hay que probar a hacer, de la que no se conoce un resultado cierto, porque no es fijo. Por otro lado, cada vez estoy más convencido de que ese experimentalismo se ha dado en todos los momentos anteriores de mi música. En el, digamos, periodo Acuarela de El Hijo, la experimentación era más bien con el castellano, con el contraste de lo acústico con otras cosas, con el hecho de ser producido por otro (Refree).
¿Este movimiento hacia el single está propiciado por la vuelta a los formatos pequeños provocada para la falta de atención actual?
Es que me encantan todos los formatos si tienen sentido como tales. Los álbumes LP, si tienen sentido como tales. Si no, es un poco absurdo. Me encantan los EPs. Por una parte, es un formato que facilita entregar algo cerrado no demasiado monumental (tres, cuatro, cinco piezas) con sentido. Por otro, impone una restricción de tiempo. El single funciona de múltiples maneras.
Lo que no soporto son LPs que se ven alargados, donde escuchas claramente que quien lo ha hecho tenía que hacer un disco y ha metido rellenos. Me parece poco honesto artísticamente hablando y muy habitual.
Por otro lado, en España da la sensación de que tanto para los medios como para la industria (promotores y otros profesionales) lo que no es videoclip o LP no tienen el mismo valor artístico. Es una noción de la música al peso un poco bochornosa. Así que siempre me sorprende cuando sale una crítica o una entrevista como ésta, la verdad (ríe).
¿Qué te ofrece la perspectiva de productor a la hora de dar forma al sonido de tu cabeza?
Creo que ya lo he comentado un poco. Es otro modo de funcionar. En vez de partir desde la melodía o la secuencia de acordes, digamos, parto del sonido, de cualquier incidencia en el sonido o de un cierto ritmo o loop. O bien, a veces, parto de un concepto, una idea o paisaje que pintar mediante recursos sonoros. Esos recursos pueden ser entendidos como personajes en una escena.
Hasta el punto de que ahora que aparezca un eco de un instrumento, filtrar de una determinada manera, o un arreglo melódico a veces llega a funcionar como un personaje más.
En realidad, siempre me ha encantado y he practicado (Migala y Emak Bakia nos preocupamos mucho de ello) la creación de un ambiente, una especie de escena o escenografía sensorial.
Aquí hay que incluir, claro, los ruidos sacados de la vida, de la naturaleza o del mundo humano… Un grito, un latido de corazón, una sirena de policía, las olas del mar, madera ardiendo, son tan expresivos musicalmente o más que cualquier instrumento, o que lo que diga una letra. Creo que eso siempre ha estado ahí, en mi música.
¿Habrá 'Fragmento 3'? ¿Será una continuación sónica de los anteriores?
Sí. Como digo, estoy acabando ahora un LP que tendrá una conexión estilística y conceptual con esos otros dos EPs recientes y que, en principio, debería salir este año.
Esta semana estrenamos las canciones de estos dos discos más recientes en nuevo formato de directo. Y, además, me hace mucha ilusión que sea en dos conciertos en cartel doble junto a Tórtel y en Madrid y Valencia. Y, bueno, también estoy muy contento porque va a salir un nuevo disco titulado 'Siempre ha estado ahí' de remezclas y reworks de siete canciones de los últimos 10 años (hay cosas de 'Madrileña', 'Los movimientos', 'Fragmento I' y 'Dentro') de músicos amigos y compañeros como Somos la Herencia, David T. Ginzo, Dani Núñez, y algunas cosas mías y de alguna que otra presencia menos identificable. Ha salido variado, con cosas más cercanas a electrónica experimental pero otras también más bailables y por momentos casi pop, aunque con un punto un poco alucinado.