Conde regresa tras 'El Deshielo' haciendo suyos doce textos extraídos del poemario 'Ser sin sitio' del malagueño Álvaro García. Una apropiación bien debida que el ex-componente de Santos de Goma viste de pop barroco, brisa mediterránea, chanson desatada y soul elegante para cantar sobre lo íntimo sin perder de vista lo universal, en otra muestra más del talento de un intérprete que no tiene reparos en mirar de tú a tú a sus referentes (aquí sobrevuelan desde Arhur H. a Thomas Fersen pasando por Rafael Berrio y Neil Hannon) para seguir reverenciando al eterno arte de la canción.
Dicen que la mirada es clave para entender el poemario de Álvaro García. ¿Cómo conectas con su obra y particularmente con un volumen como ‘Ser sin sitio’, que equilibra ese prisma tan singular del autor malagueño con la transparencia lírica en estos tiempos de apariencias?
La poesía puede ser un aliado o un enemigo, y eso depende mucho de quien la escribe, pero también del esfuerzo que el lector esté dispuesto a hacer. Vivimos en unos tiempos en los que al público se le da todo mascado e interpretado, hay que explicar el contexto, hay que ilustrar el trasfondo, hay que ser tan comedido y apaciguar a tanta gente que el significado de la obra se pierde, irremediablemente. Álvaro se puso en contacto conmigo porque él pensaba (y tenía razón) que su libro era más cancionero que poemario, sentía que esas palabras necesitaban ser cantadas y musicadas para adquirir su auténtica dimensión. Lo que cuenta en su libro es tan absolutamente humano e universal que era imposible no empatizar con ello, esas canciones tenían que vivir, aunque en realidad estaban vivas sin saberlo.

Parece que las melodías surgieron en tu cabeza nada más haber leído el libro. ¿Fue el momento idílico que precedió a un tráfico de la abstracción?
Fue muy rápido, aunque es cierto que cuando leía ya estaba casi cantando, iba con el turbo puesto, de alguna manera.Yo soy muy práctico trabajando, no doy demasiadas vueltas a las melodías, si no salen rápido les corto la cabeza y paso a otra cosa. El arte es una ocupación como cualquier otra, tienes un método de trabajo, lo aplicas y ya está. Es cierto que hay un grado elevado de abstracción e inspiración en ese proceso, pero también es verdad que el oficio es un factor importantísimo en el proceso creativo, sobre todo a la hora de ir al grano. Como decía Miles Davies: “No importa lo que tocas, lo único importante es lo que no tocas”. Esto es, a la hora de escribir la herramienta fundamental no es el lápiz, es la goma de borrar. El caso es que trabajando con ganas e ilusión construí veinticuatro canciones en poco menos de un mes (casi una por día), luego hubo que elegir las más adecuadas y eso fue un poco más tedioso.
El disco parece planteado partir de una linea de tiempo. Hay amor, sexo, viajes en su nudo y al final desemboca en una ‘Muerte’ “si la naturaleza no subvierte su orden por más lucha que se entable”. ¿Con qué criterio seleccionaste los poemas a musicar?
Si quieres que te diga la verdad, no empleé ningún criterio concreto, simplemente fui poniendo música a los versos (les puse música a todos) y los que mejor funcionaron fueron los que se quedaron. Otra cosa es que, igual subconscientemente, haya hecho una selección sin darme ni cuenta, es algo que me pasa a veces. Creo mucho en la casualidad y en el azar, hay cosas que parecen predestinadas, cuando algo así me ocurre nunca lucho contra ello, dejo que las cosas pasen porque parece que así tienen que pasar.
Hay una serie de temas centrales en el disco (y en el libro) y son los que tú has nombrado, pero esos temas centrales son los temas centrales del noventa por ciento de las obras producidas por el hombre, son temas trascendentales e importantes, son las únicas cosas fundamentales. Yo le digo siempre a Álvaro que su libro habla de follar y de tres o cuatro cosas más, obviamente bromeo, pero no estoy muy lejos de la verdad.
En su traducción al pentagrama, los textos han sido modificados en puntuales ocasiones. ¿Ha sido un proceso doloroso o la mejor parte de esta aventura?
Desde el principio intenté no cambiar apenas nada, pero a veces te ves obligado a hacer pequeños cambios. Fíjate qué Álvaro era quien más me animaba a cambiar cosas. Yo soy muy pudoroso con la obra ajena y aparte de elegir algún verso como estribillo, intenté componer alrededor de lo que tenía. Pero claro, si podía hacer algún giro que hiciera que s onase mejor, lo hacía. Por otra parte, tenía la bula del autor, así que estaba tranquilo. No ha habido nada doloroso en este proceso, ha sido todo una bendición, las cosas se iban poniendo de pie por sí mismas.
La cadencia lírica del disco recuerda al Rafael Berrio afrancesado de sus primeros discos en solitario. ¿Una suerte de homenaje no pensado?
Todos los autores que estamos a este lado de la trinchera lírica y armónica tenemos algo de deuda con Berrio, que ha sido un nombre fundamental para los que humildemente pertenecemos a su club. Pero en mi caso (aún siendo un ferviente admirador de su obra), creo que no ha sido una influencia directa, yo diría que hemos bebido de fuentes parecidas, la chanson, el baroque pop, la canción ligera y esa cosa mediterránea que no se sabe muy bien qué es, pero que está sutilmente presente.
A nivel musical, la profusión de arreglos, la conexión entre el pop y ciertas maneras soul o la profunda carga lírica, pueden recordar a otros artistas que manejan semejante arsenal. Pienso en el francés Thomas Fersen, en The Divine Comedy, la suntuosidad de Jack o el Tom Waits menos ajado. ¿Tenías algún disco ajeno en mente cuando empezaste a grabar estas canciones?
Todos los que has nombrado me gustan y adoro el soul. Aunque yo siempre pienso en los mismos (Scott Walker, Sinatra, Elvis, Leonard Cohen, Tom Waits, Serge Gainsbourg) que son los que más me marcan, para bien o para mal. Cuando empecé a trabajar en estas canciones no tenía una idea muy clara de qué hacer con ellas, pero ellas mismas me fueron marcando la dirección a seguir. No las imaginaba tocadas por una banda de rock, ni por cierto tipo de instrumentos digamos, electrónicos. Empecé a imaginar el sonido de la madera y decidí llevarlas a otra parte. Pensé en Arthur H, en Benjamin Biolay, en The Divine Comedy y lo vi claro: cuarteto de cuerdas e instrumentos que no necesitaran electricidad para sonar, quería un disco que se pudiera tocar en un jardín, en el Amazonas o en la cima del Tourmalet.


Más allá de ese barroquismo tan bien traído en el disco, las canciones respiran y tienen mucha vida propia. ¿Partías de alguna premisa en particular?
Mi única premisa, como dije antes, era que no hubiera instrumentos eléctricos, bueno, realmente no era la única, en realidad hay varias. Quería que no se viera el armazón literario por ningún lado, no quería que sonará a “poemas con música”, eso me parece muy pedante y una cosa como de mesa camilla, sobada y aburrida. Yo quería canciones pop, no poemas cantados. La otra condición que me puse además de hacerlo con muy pocos instrumentos fue, que las canciones fueran sencillas y cortas, y grabarlo muy rápido, al final tras muchos meses de preparación y preproducción, lo grabamos en tres días, prácticamente en directo. Necesitaba ese espíritu de inmediatez que creo que se escucha en sus “surcos”.
Muchas de las canciones incluyen diálogos emocionales, algunos íntimos como en ‘Playa última’ o ’En Tu Viaje’, otros más sensuales y explícitos como en ‘Dientes’ o ‘El Acero’. ¿En esas interpelaciones es cuándo más nos podemos aproximar a la esencia de las cosas?
Creo que Álvaro se acerca más a la trascendencia (y a la esencia) cuanto más se acerca a los sentimientos básicos del ser humano. Esas pequeñas cosas importantes que nos unen a todos, el pelo húmedo de tu amante recién salida del agua, el polvo rápido en el ascensor, la sensación que provoca mirar la fotografía del ser amado cuando éste está lejos, el paso del tiempo, el miedo a la muerte. En las cosas sencillas se oculta la divinidad y la auténtica poesía, bajo mi punto de vista.
¿Tanto tu obra como la de Álvaro García se nutren de esa duermevela extraña que hay entre la realidad y la ficción? ¿Sois artistas complementarios o más bien polos opuestos que se atraen?
La verdad es qué somos personas muy diferentes que se entienden muy bien, no sé si somos polos opuestos, pero ya sabes eso que dicen de que los contrarios se atraen. No lo sé, la verdad, yo diría que somos complementarios de alguna manera, es problable que cada uno a su manera y cada uno con su propio lenguaje, tratemos de los mismos temas. A mi esa duermevela de la que hablas, me gusta mucho.
A pesar de los pésimos tiempos para la lírica (y la cultura en general) da la impresión de que eres un hombre (y un artista, si eso no se puede disociar) que ha encontrado su plácido lugar en el mundo. No podemos decir que seas exactamente un ‘Ser sin sitio’ ¿No?
No, no soy un “ser sin sitio”. Yo me siento muy cómodo donde estoy, tengo una familia estupenda, vivo con cierta tranquilidad, esa tranquilidad que da haberte asumido tal y como eres. Sé que mi música es para minorías y no me preocupa. Me he pasado la vida intentando tener éxito, intentando encajar, intentando gustar al público, intentando ser perfecto y nada de eso me ha dado la felicidad. He llegado a la felicidad por el camino del fracaso, por lo que nuestra sociedad consumista considera un fracaso: yo no he “triunfado”, soy pobre, casi soy viejo, no poseo nada, pero tengo todo lo que necesito. He asumido que soy un artista que ofrece poco interés para el gran público, así que he preferido tomar el sendero poco transitado de la excelencia (del intento de). Para eso hay que renunciar a muchas cosas, pero te aporta otras que no puede comprar el dinero. Tengo una familia, un puñado de gatos y mis canciones, eso es suficiente.
Este disco y sus circunstancias ofrece cierta versatilidad a la hora de prorrogar su vida en conciertos y posibles encuentros literarios. ¿Te apetece pensar en formatos distintos para su presentación? ¿Cómo crees que será todo esto de los escenarios viviendo tiempos tan extraños?
Es un disco pensado para multiples formatos, aunque con los nueve sobre el escenario es como mejor luce, la verdad. Pero uno asume que eso es casi imposible, ya que me gusta pagar bien a mi gente y son muchos y el dinero poco, casi siempre. Sí que lo vamos a ofrecer para todo tipo de formatos y, la verdad es que creo que encaja mejor en eventos alternativos al mundo de la música. La verdad es que ya no me interesa demasiado el circuito de rock o del indie (llámalo como quieras) que me parece algo penoso y trasnochado, y también estoy mayor para ciertas cosas. Por otra parte, la industria, tal y cómo la conocemos, va a desaparecer en breve, y eso espero, porque lo que tenemos ahora no merece seguir existiendo.
No soy muy optimista con los conciertos (al menos con los míos), es imposible girar pagando los alquileres de salas y demás zarandajas, directamente no se puede, y ya no tengo ganas de recorrer mil kilómetros para que te vean cuarenta personas y llegar a casa con deudas, no, ya no me apetece. De estos tiempos tan extraños, en los que nos vemos confinados y con mascarillas deberíamos sacar algunas conclusiones y cambiar muchas cosas (pero no lo haremos). El mundo de la música (y todo lo que nos rodea, diría yo) es un ídolo con pies de barro, un sistema inestable que caerá muy pronto, quizás ya haya caído, quizás haya sido una de las víctimas del virus. Los músicos nos hemos convertido en una bandada de gallinas que pelean por las migajas, y el cubo de la comida se está vaciando peligrosamente. Si echamos una ojeada a los carteles de los festivales, nos daremos cuenta de lo poco que interesa la música a sus programadores, es una nueva clase de turismo, todo es turismo y negocio, y los músicos seguimos empeñados en creer que eso va de música, y que haciendo cancioncillas guay llegaremos a alguna parte. Somos de la raza más tonta de las gallinas. Me gustaría pensar que algo va a cambiar, pero no lo creo, volveremos a levantar esta torre de estiercol y se volverá a derrumbar con la primera ráfaga de viento, y lo hará porque no tiene cimientos sólidos. Somos las piezas sustituibles de una maquinaria estropeada, cuando nos demos cuenta de que no necesitamos esa máquina (que no funciona), ese día, será el principio de algo.