Otro de los discos que fueron publicados durante este pasado verano de 2020 pero que siguen teniendo una vigencia evidente, a pesar de la inasible ultra celeridad con la que circula la producción musical por las plataformas digitales, es 'Papagayo', nueva pieza en la discografía del músico y productor valenciano Dani Belenguer, quien opera "haciendo música con la que puedas bailar" bajo el nombre de Bearoid. Curtido en el sonido bailable que imperaba en su anterior álbum - y debut - 'Ultravida' (2019), con evidente influencia del R&B y las soluciones sintéticas de los años 80 pero especiado con remedos de sonidos tan en boga como el dembow o el neo-reguetón, el autor de 'Drogas' bifurca el camino hacia derroteros más románticos e incluso reflexivos, buscando potenciar su espectro - a la par que exorcizar sentimientos encontrados - con la ayuda de sospechosos habituales como Sr.Chen, One Path, Karma Cereza o Turian Boy.

El título de tu nuevo disco me recuerda a aquel ‘Me and my papagayo’ de Don Paulin, todo un ejercicio despreocupado y lúdico de versiones en plan bossa nova de postal. Lo tuyo, aunque también tiene al baile como eje, va por otra onda…¿Es cierto que todo parte de un sueño que tuviste? Soñar a todo color con un papagayo es más bien raro, la gente suele tener sueños en escala de grises…
Suelo soñar bastante despierto porque duermo muy mal y mi cerebro entra en reposo varias veces durante el día. Tengo muchos sueños lúcidos, y este además se repitió varias veces porque disfrutaba de esa imagen, de la habitación de Horta en la que viví con mi novia, de la luz densa como la mermelada de naranja amarga, de ese loro de todos los colores dejándolo todo patas arriba...
Parece que las nuevas canciones tienen un marcado componente autobiográfico, que gira alrededor de una época difícil teñida de ansiedad. ¿Poner en orden determinados sentimientos y que salgan a la luz envueltos en melodías y ritmos es la fase que culmina un momento de aceptación y renovación?
Totalmente. De hecho mucha gente me pregunta por qué no me esperé un poco más a ver si se calmaban las cosas para sacar Papagayo, pero necesitaba sacarlo de mi sistema, supuso una época que se está alejando ya. Con el tiempo habría dejado de tener sentido, es el cierre de una época y sacar el disco sella esos sentimientos, ese dolor, esa rareza e intensidad.
Tengo entendido que las compusiste de un tirón. ¿Cuándo existe la necesidad de expresar las cosas salen solas?
Empecé 'Papagayo' con la necesidad de hacer un disco que me llevara menos tiempo que Ultravida, menos trabajado, repensado y relamido, porque con 'Ultravida' acabé sulfurado, casi odiándolo. Entonces me puse a componer sin pensar en lo inmaculado que debía acabar. Coincidió que estaba pasando por una etapa muy dura y cada canción tenía una cosa que decir. Tal vez si lo hiciera ahora no sabría de qué hablar, probablemente de tener que ir con mascarilla a todos lados y que el precio de la gasolina ha bajado bastante.
En la secuenciación de los temas se intuye cierto arco argumental relacionado con el amor y el desamor (incluyendo los efectos colaterales de reproches, anhelos sexuales, nostalgias varias…) . ¿Los sentimientos en época de Tinder se intensifican sobremanera?
Tinder es un lugar maravilloso y un poco aterrador. Hay mucha gente que utiliza mal Tinder y acaban cansados y pensando lo vacío que es todo. A día de hoy puedo decir que todas las personas con las que he quedado de Tinder me han aportado muchísimo, la mayoría se han quedado como amigas, otras como recuerdos preciosos (alguna decepción, no te voy a engañar). Tinder es una forma de expandir tu red de afecto y compartir intereses si eso es lo que quieres. Quedar para follar por despecho, vacío existencial o aburrimiento te acaba quemando y pensando que follar es eso y los desconocidos son poco interesantes.


Uno de los referentes evidentes de esta vuelta de tuerca en tu trayectoria es El Guincho. La producción tan colorida y plagada de requiebros recuerda a discos del productor y músico canario cómo ‘Pop negro’. ¿Qué teníais en mente a la hora de concebir este disco?
Me encanta ese disco, creo que el mindset del productor es de curiosidad infantil hacia absolutamente todo, experimentar y conocer, porque el mundo de la producción es gigante, virgen, la gente se va pasando trucos para conseguir sonidos bajo mano porque no hay nada escrito. No tenía nada en la cabeza, la verdad. Me propuse ser totalmente libre aunque no tuviera ningún sentido.
También persisten referencias más o menos evidentes: menciones a Tyler The Creator, el pop ‘acumbiado’ y con autotune de C. Tangana, apuntes de lovers rock, beats lentos…) ¿’Papagayo’ es, ante todo, la playlist que te gustaría escuchar en un viaje en coche por carreteras secundarias?
Pues podría serlo perfectamente. Por entonces escuchaba también mucho a Trippie Redd, Bad Bunny, Mac de Marco, Homeshake… A mí me gustan esas playlists que no te llevan a ningún lado porque te van llevando a todos, los monográficos me suelen aburrir.
En ‘Giro’ aparece la sublimación del amor romántico. Si se tiene que sufrir se sufre y si es que sea contra todos. Una suerte de auto anulación en pos del otro de la que es muy difícil escapar. ¿Por qué crees, si hay tantos libros escritos y tantos consejos dados a lo largo de los tiempos, que - cómo cantaba Julio Iglesias - siempre tropezamos con la misma piedra?
Es el drama del ser humano, una historia preciosa basada en la estupidez y la irracionalidad de los sentimientos. Tocarte también es un poco eso, abocarte al suelo y no hacer nada para pararlo. No deja de ser una historia preciosa pero problemática, quiero escuchar esa historia pero no vivirla (aunque muchas veces no se elige). De hecho estoy en proceso de huir del romanticismo y todo lo que conlleva, siempre he sido un romántico y ahora soy consciente de lo que me afecta perderme en otra persona sin construirme yo.
Siguiendo los preceptos no escritos del nuevo pop, el disco está plagado de colaboraciones tanto a nivel de producción como de interpretación. ¿El pop se parece cada vez más al cine como arte colaborativo o siempre ha sido así y solo ahora se tiene en cuenta en los créditos a quien echa una mano en los discos?
Los productores siempre han estado escondidos y ahora exigen su reconocimiento, pero las colabos del disco son colabos, se está convirtiendo en un estándar, puedes hacerte el disco entero tú solo si quieres (como Sen Senra) pero siempre es más divertido trabajar con amigos, añaden matices nuevos al discurso. Como te he dicho antes, soy poco de monográficos.
‘Booty call’ tiene un rollo similar al Hip-Hop más amable y cool de la Costa Este de USA. Suena a unos A Tribe Called Quest colaborando con Jamiroquai en una fiesta mediterránea, más allá de su letra entre nostálgica y triste. ¿Bailando y rapeando con lágrimas en los ojos?
Siempre. Me gusta mucho el RnB, lo que estoy haciendo nuevo va hacia allá, siempre he sido muy festivalero y estoy bajando mucho la intensidad. Me gusta este rap que es cantado, mucha palabra y mucha nota pero nada de dureza.
El final del disco con ‘El Mar’, parte de la derrota tras una ruptura inevitable y pervive la desesperación que marca ese desenlace con gancho final “siento como el mar se me va llevar y yo me voy a dejar”. ¿Un mensaje de socorro que al final ha acabado transformado en canciones?
Seguramente, 'El Mar' la compuse de vacaciones en Cerdeña con mis padres, un día hubo mucho oleaje y yo me puse a nadar creyendo que no era para tanto pero había mucha resaca y violencia, y noté esa sensación de arrastre durante todo el día. Al día siguiente, derrotado por la depresión y tumbado sobre la pierna de mi madre, sintiendo todavía el arrastre le dije a mi madre con los ojos cerrados “mamá, el mar se me lleva” y me puse a llorar. Perdí muchísima energía vital, no tenía ganas de morir, pero me costaba mucho salir de la cama y hacer algo. Escribir canciones, meditar e ir a terapia sin duda me han convertido en la persona feliz que soy ahora.